El equipo de Nuno se enfrenta al Mónaco en el partido de ida de la previa de la Champions League. Ambos equipos cuentan con bajas importantes. Las localidades están agotadas.
Es ley de vida apreciar más las cosas cuando no se tienen. El valencianismo lleva sólo dos temporadas sin Champions pero parece que ha pasado una eternidad. Tal vez, a esta sensación de lejanía contribuya el hecho de que el club, en muchos aspectos, sea otro totalmente diferente. También ha cambiado el estado de ánimo. La última vez que Mestalla vio un partido de la máxima competición europea fue contra el PSG. Es cierto que la exhibición de los franceses no ayudó a que a la grada se le aceleraran las pulsaciones pero, ya antes de que se marcaran las diferencias sobre el terreno de juego, el coliseo valencianista estuvo frío. No se pitó como si no hubiera mañana las posesiones del equipo rival, no se inició un murmullo cada vez que el Valencia recuperaba el balón que, centésimas de segundo después, se había convertido en un rugido ensordecedor, no se protestaron todas las decisiones del árbitro por encima de lo razonable…
Ahora, dos años y medio después, contra el Mónaco, Mestalla está hambrienta. Cuando suene el himno de la Champions los recuerdos de la gloria europea encogerán el ánimo de los valencianistas y la ilusión por nuevas gestas lo llevará al éxtasis. Todo esto hay que vivirlo porque es difícil de explicar. El fútbol tiene sus códigos y Mestalla sabe interpretarlos. La noche en la que Paco Alcácer le marcó tres goles al Basilea, tras muchos años, volvió la magia al estadio valencianista. Y ahí sigue.
Ésa, sin duda, es una de las bazas que debe jugar el equipo de Nuno en una eliminatoria, a priori, muy igualada. Pero mucho. El Mónaco y el Valencia son almas gemelas. Ambos cuentan con dos propietarios extranjeros que actúan bajo la influencia de Jorge Mendes. El modelo es el mismo y pasa por fichar a jóvenes estrellas. Danilo Barbosa, sin ir más lejos, tuvo que decidir en última instancia entre el conjunto francés y el blanquinegro. También hay similitudes en la dirección técnica. Si el Valencia cuenta con un joven entrenador portugués, Nuno, el Mónaco tiene a Leonardo Jardim, también luso y con un futuro prometedor. Los dos técnicos basan su filosofía de juego en la solidez defensiva. En este sentido, otro hecho que coloca a ambos conjuntos frente al espejo, es que los futbolistas clave de la zaga de los dos equipos se han declarado en rebeldía y no disputarán la eliminatoria. Otamendi por parte del Valencia y Abdennour en el caso del Mónaco. También llama la atención, Mendes mediante, la querencia por contratar jugadores del filial del Benfica. En las filas del equipo francés están Bernardo Silva, Cavaleiro y Hélder Costa y, como blanquinegros, actúan Cancelo y André Gomes. Este último, al igual que Joao Moutinho en el lado del Mónaco, se perderá la eliminatoria por lesión. Otra baja fundamental para el equipo del Principado es la del lateral izquierdo Kurzawa.
No es fácil descifrar el partido que se verá en Mestalla. A lo largo de la semana los futbolistas han emitido diversos mensajes en rueda de prensa. Alcácer declaró que la prioridad era "mantener la portería a cero" mientras que Mustafi señaló que no había que pensar en el partido de Mónaco "si piensas en el futuro te pierdes el presente". La solución la dio Nuno ayer y se sitúa en el equilibrio de aprovechar el factor campo dándole importancia al hecho de no encajar ningún gol. El Mónaco, eso sí, tiene la clara intención de cederle la posesión al Valencia, algo que, viendo lo sucedido el año pasado, incomoda al equipo de Nuno. El técnico portugués alineará con toda probabilidad un once formado por Ryan, Barragán, Vezo, Mustafi, Gayà, Enzo, Parejo, De Paul, Feghouli, Rodrigo y Alcácer.
Son 180 minutos pero el Valencia debe aprovechar el hecho de que Mestalla está hambrienta. Los futbolistas son conscientes de que deben devolver a la entidad al lugar que le corresponde. Ahora sí, dos años después, el valencianismo valora como nunca la posibilidad de estar en Champions. Pese a todas las maledicencias y las falsas expectativas lo cierto es que el proyecto de Peter Lim genera entusiasmo entre la hinchada blanquinegra. La hoja de ruta del magnate asiático pasa, sí o sí, por estar con los mejores equipos del continente.
¡A por ellos!