En teoría, unos 700 seguidores blanquinegros alentarán al equipo en el Juegos del Mediterráneo. En la práctica… el éxodo será histórico, rememorando aquellos desplazamientos multitudinarios de antaño que han marcado a fuego a generaciones de aficionados.
Fin del trayecto. Nueve meses exactos han pasado desde el 23 de agosto hasta el 23 de mayo. 273 días de curso escolar, de año universitario, de exámenes parciales, pruebas orales, de resistencia, de conocimiento, de esfuerzo. Y como en los cursos universitarios, incluso como algún irresponsable cuando se prepara una oposición… este 'estudiante' se ha dejado todo pendiente para la noche anterior al examen final.
La analogía nos retrotrae peligrosamente e inevitablemente a la última jornada de la 2012-2013. Un año convulso, irregular y caótico, en el que el Valencia de Ernesto Valverde alcanzó la última jornada ocupando la cuarta posición, con una mínima renta sobre la Real Sociedad. Lo hacía en circunstancias diferentes a las actuales: mientras que esta campaña el equipo ha mantenido una regularidad más que elogiable a lo largo del curso, siempre en puesto europeo y con una exigua aunque suficiente renta sobre sus perseguidores, en aquella ocasión la reacción de la mano del ‘Txingurri’ había tenido lugar en una segunda vuelta espectacular, prácticamente de récord. Tanto, que Nervión se alzaba como un último obstáculo que inquietaba pero no atemorizaba. Los cuatro goles de Negredo y un arbitraje de Clos Gómez que dejó una bochornosa huella en la historia se encargaron de arrebatar un sueño que pertenecía en justicia al valencianismo. Y todo, por jugárselo todo a una carta.
Igual que ahora.
RENTA PERDIDA A BASE DE TABLAS
La realidad es que el Valencia, como el estudiante que ha hecho el ‘longuis’ las semanas previas, se juega su futuro más inmediato y a medio plazo a un solo partido. Ni más, ni menos. Los análisis podrán ser todo lo barrocos, recargados y matizables que quieran, pero una rápida destilación arroja las siguientes tres frases: la cuarta plaza, objetivo cumplido; obtener la tercera, una temporada exitosa; acabar quintos, un fracaso total y absoluto.
Antes de meternos al análisis de lo que puede pasar a partir del 23-M, quizá sería buena idea detenernos un instante a responder la pregunta de por qué el alumno, con una oposición que ha debido estudiar todo el año, se ha dejado la materia más importante para el último día. “Ya me lo miro luego”, musitó entre dientes hace semanas mientras se distraía en otros quehaceres. Y los resultados saltan a la vista: desde aquel parón liguero tras la goleada 0-4 en Elche, el Valencia ha sumado apenas la mitad de los puntos en liza. 14 de 27 puntos posibles, justo en plena ‘Zona Aragonés’ de la competición, donde todos los equipos se juegan el plato de lentejas.
En contraposición, el Sevilla (con buen juego, con mal juego, jugando regular, con justicia, con suerte o sea como sea) ha hecho 18 puntos de 27 posibles. Es decir, que los hispalenses, sin haber apenas ‘rascado’ puntos contra los rivales poderosos de la Liga (su estadística en el duelo directo ante Barcelona, Madrid, Atlético y el propio Valencia es lamentable), sí que han sabido sacar adelante compromisos de menor enjundia. Ambas escuadras apenas han perdido un partido de los últimos nueve. Sin embargo, el estudiante valencianista tiró por el camino de la mediocridad y perdió buena parte de su colchón de seguridad en forma de cinco empates que pocos podían imaginar. El último de ellos, ante el Celta en Mestalla.
Buscar culpables a estas alturas es ciertamente absurdo. Se puede achacar el ‘bluff’ de partido ante los vigueses a mil factores: presión por tener tan cerca el objetivo Champions, desgaste físico de la temporada, bloqueo mental de la plantilla, la lesión de un pilar del centro del campo como André Gomes, haber minusvalorado al rival, errores tácticos de Nuno desde el área técnica a la hora de realizar los cambios… Doctores tiene la Iglesia y cada cual tiene derecho a escoger su excusa favorita, precisamente en un momento de la temporada en el que las excusas no sirven. No, hijo mío, tu perro no se ha comido los deberes: has llegado al último día sin hacerlos como Dios manda.
CIELO O INFIERNO A NOVENTA MINUTOS
La semana previa nos está dejando simpáticos y desesperados ejercicios de control de daños preventivo por parte del ‘aparat’ afín al discurso oficialista; mientras, los más críticos ya han sacado la piedra de afilar como paso previo al festival de cuchilladas en que puede convertirse el entorno a partir del sábado a las nueve de la noche. Son enternecedores. Los unos y los otros son conscientes, como cualquiera, de que no sólo la actual temporada está en juego en Almería. Las oposiciones, como todo el mundo sabe, no son más que el paso previo para la obtención de una plaza laboral que aporte estabilidad, tranquilidad, desahogo económico y prestigio. En el mundo del fútbol, eso tiene un nombre: la Liga de Campeones.
El Valencia se juega a noventa minutos la culminación con éxito o no del primer proyecto de la era Peter Lim. El Valencia se juega a noventa minutos las bases deportivas de su proyecto la temporada que viene. El Valencia se juega a noventa minutos una cantidad estimada de cuarenta millones de euros en concepto de ingresos por participar en la mayor competición europea. El Valencia se juega a noventa minutos la subida significativa (unos veinte millones) del límite de su ‘fair play’ financiero, fundamental para cuadrar las fichas y amortizaciones de la plantilla 2015-2016. El Valencia se juega a noventa minutos la obtención de un status y prestigio que puedan atraer a futuros patrocinadores y, al fin, un sponsor principal potente y que desembolse un buen dinero por aparecer en la camiseta. El Valencia se juega a noventa minutos la ilusión de su hinchada, incondicional, fiel, que se ha dejado la vida durante toda la temporada batiendo récords de asistencia a Mestalla y escribiendo páginas nunca vistas anteriormente en concepto de lealtad a unos colores.
¿Quién dijo presión?
Hay tanto en juego, que es hasta normal que el sector afín saque la recortada y comience a disparar contra todo y contra todos incluso antes de que se dispute la jornada. Que insistan en trazar una línea en la arena para separar al ‘nosotros’ del ‘ellos’, que enarbolen banderas y vociferen consignas. Suelo fiarme más, en cambio, del que nunca me resulta sospechoso, del aficionado medio que abandonaba Mestalla cariacontecido la semana pasada. La velada estaba preparada para terminar en fiesta y jolgorio; en cambio, la bala desperdiciada por el equipo obliga al más difícil todavía siete días después. En Almería, con un estadio entregado, ante un rival que (gracias a la inutilidad, manifiesta o sibilina, del TAS) todavía alberga esperanzas de salvación matemática. Ese aficionado medio ya maquinaba el domingo por la noche y, desde el lunes, ha vuelto a demostrar que la fidelidad es un sentimiento sobrenatural, magnético y sin explicación aparente. En teoría, unos 700 seguidores blanquinegros alentarán al equipo en el Juegos del Mediterráneo. En la práctica… el éxodo será histórico, rememorando aquellos desplazamientos multitudinarios de antaño que han marcado a fuego a generaciones de aficionados.
IMAGEN DE MARCA Y LOS HOMBRES DE LAS CAVERNAS
En Almería estará Peter Lim en persona, presenciando la culminación en clave exitosa de su primera temporada con propietario o bien su primer chasco al frente de una entidad que, no lo olvidemos, arrastra en sus 96 años de historia una buena cantidad de infortunios a sus espaldas. Los análisis llegarán a posteriori; sin embargo, sospechamos que Peter no se dará por vencido a las primeras de cambio en caso de revés inesperado. Sí es cierto que la configuración de la plantilla 2015-2016 depende en gran parte de que se obtenga el billete para la Champions. En ese sentido, renovaciones como las de esta temporada ayudan a consolidar una columna vertebral con cierta enjundia, en la que todavía falta por amarrar a piezas importantes como Parejo (le pese a quien le pese) o, por encima de todos, Nicolás Otamendi.
El argentino, a pesar de los prohibitivos 50 millones de euros de su cláusula, es un ‘caramelo’ para los grandes tiburones del mercado. Y es lógico que la hinchada observe los acontecimientos con cierta preocupación. Curiosamente, el argentino (con el beneplácito del club) no ha dicho ‘esta boca es mía’ ni ha reiterado su compromiso de permanecer en el club. Y, también curiosamente, el mismo sector del entorno que vilipendió, vejó, insultó y afeó a José Luis Gayà su silencio durante la negociación de su renovación, rematada con final feliz para todas las partes, ahora ha enmudecido de pronto a la hora de valorar la decisión del internacional albiceleste. Esta ciudad es maravillosa.
Mientras el estudiante de casaca blanquinegra se juega un año de trabajo en el último examen, sus últimos apuntes nos dejan otra noticia que vale la pena destacar. El estratégico acuerdo entre UN WOMAN y el Valencia es un movimiento excelente a nivel de relaciones públicas y de consolidación de la marca VCF. La presencia de Lay Hoon Chan en la sede de la ONU el próximo 26 de mayo como presidenta del consejo de administración del club, acompañada de una leyenda del fútbol mundial como Mario Alberto Kempes, dará lustre e impacto global a un acto que abre cuatro años de colaboración entre ambas entidades. Menos entendible es la presencia de un tipo como Javier Tebas, quien no ha mostrado simpatía alguna por el proyecto Lim desde el primer día pero que, cómo no, ha husmeado la posibilidad de figurar en una foto importante y no ha perdido ocasión de subirse al carro.
El acuerdo entre UN WOMAN y el club debe valorarse como lo que es y, del mismo modo, saber compartimentar su alcance y su objetivo. Si bien puede llevar a confusión, la labor de los responsables de marca en la entidad tiene dos vertientes: la comercial, y la del marketing. Este movimiento aporta un gran valor al segundo apartado, aunque en los libros de cuentas no suponga ningún ingreso en el primero. Lay Hoon, ojo aguileño y a la que no se le escapa nada de lo que ocurre en oficinas, pretende obtener resultados lo antes posible en ambas categorías. De ahí que se haya reforzado la parcela progresivamente tras la entrada de Luis Vicente Douwens a finales de 2013: primero fue el inglés Peter Draper, y ahora el catalán Miguel Bertrán. Sobre la mesa: acuerdos, sinergias, ‘partnerships’, ‘branding’, etc.
El gran público se preguntará por la camiseta, el sponsor principal y los ingresos de carácter comercial. “Els diners”. Por el momento, se trabaja en silencio en esa faceta, en la que el propio Lim será clave. Sólo así se puede paliar un déficit de comerciales en un club en el que, objetivamente, se está llevando a cabo un gran trabajo por parte de los responsables de marketing. Como todo el mundo sabe, hacer atractiva y aumentar el valor una marca es el paso previo y fundamental para poder monetizarla. En palabras de Amadeo Salvo, Lim rechazó el año pasado un propuesta de un patrocinador potente al no querer atarse por un largo periodo de tiempo y, evidentemente, con la esperanza de encontrar una mejor opción. Turkish Airlines ponía cinco millones anuales por cinco temporadas: ese es, a falta de otras referencias, el perfil de acuerdo que el Valencia aspira a mejorar.
Para la historia de la infamia, por último, quedan los ‘sesudos’ análisis de personajes retrógrados y trogloditas respecto a UN WOMAN, vestigios de una época caduca, polvorienta y acartonada. Hacer chanza respecto a una organización centrada en la lucha por la igualdad de género y contra las injusticias que se cometen a diario en todo el mundo fotografía a la perfección la ignorancia, bajeza moral y ruindad del ‘risitas’ de turno. Mientras la sociedad avanza en una dirección, átense su taparrabos, agarren sus pinturas rupestres y regresen a la mugrienta cueva de la que nunca debieron salir. Nos harían un favor a todos.