Recordando tiempos pasados de histerismo y falsas ilusiones comenzó un baile de nombres cuyo único objetivo ha sido marear al personal y crear la suficiente confusión para que nadie osara poner en duda el modelo.
Quisiera equivocarme. Nada me gustaría más que equivocarme, pero me temo lo peor. No soy precisamente un apocalíptico pero los últimos movimientos de Lim-Mendes empiezan a generarme más inquietud que ilusión. Como todo es opaco y la información se filtra con cuentagotas carece de sentido formular juicios categóricos que posiblemente carezcan de fundamento. Ni soy periodista, ni manejo información privilegiada. Sólo soy, a fin de cuentas, un don nadie preocupado por el Valencia, uno de tantos, pero algo empieza a oler a podrido en la agenda de Lim y Mendes si realmente se confirman los rumores que van de aquí para allá.
Y lo que va de aquí para allá no me gusta nada. Para empezar no entiendo que la oferta actual ya no sea la que los patronos de la fundación validaron en votación el pasado 17 de mayo. Algo no va bien. Algo fundamental. Quebrar tan pronto la confianza del personal indica que no es oro todo lo que reluce.
El proceso de venta se ha hecho con intimidación y exceso de populismo. Se ha creado un clima de animadversión incómodo y mamporrero contra todas las opciones que no fueran la de Lim. Eso, el señor Salvo y sus adalides se lo tendrán que hacer ver. Han jugado sucio y con tácticas propias de tiempos pasados. O conmigo o contra mí. Sería trágico que Lim y Mendes hubieran utilizado a Salvo como ariete para luego dejarlo tirado en la primera cuneta del camino. Trágico, insisto.
Populismo y demagogia al margen, si algo me gustaba de la opción de Lim era que el organigrama creado en la última temporada se mantenía. Amadeo Salvo, si atemperaba sus formas y moderaba sus gestos, podía ser un buen presidente. Pero la gran prioridad era mantener el nuevo staff deportivo. Rufete, Ayala y Pizzi sabían lo que querían. Ya con el final de la pasada temporada se habían creado las bases para volver a ser competitivos. Tampoco hacía falta volverse locos este verano. Bastaba con reforzar el equipo allí donde ha sido vulnerable. Un buen central, un medio con recorrido y presencia y un buen delantero.
Pero no. Recordando tiempos pasados de histerismo y falsas ilusiones comenzó un baile de nombres cuyo único objetivo ha sido marear al personal y crear la suficiente confusión para que nadie osara poner en duda el modelo. Nos han tratado como a imbéciles una vez más y lo hemos aceptado con infantilismo suicida. No es la primera. Roig ya hizo lo mismo hace 20 años. Ya lo dijo Sabino Fernández Campo, tutor del rey: “no existe el presente ni el futuro, sólo existe el pasado; la historia se repite”.
De momento lo que hay es un escenario peligrosísimo. Si como parece Pizzi no sigue y el entrenador es un señor sin experiencia ni currículum cuyo único mérito es ser amigo de Jorge Mendes, el proyecto nace viciado y enfermo, cogido con alfileres. Si eso pasa, ya sabemos que Rufete no pinta nada y Ayala tampoco. Si eso se confirma ya sabemos que Salvo será un presidente de paja, un cero a la izquierda.
El problema no es que Nuno sea un mal o buen entrenador. No lo sabemos. El problema es el mensaje envenenado que se lanza al vestuario y al entorno. Manda Mendes. Mendes es un representante, un buscador de su fortuna, un hombre que jamás podrá saber lo que significa y es el Valencia CF. Mendes es sólo de Mendes. El Valencia para Mendes es un laboratorio, una apuesta, una inversión. Puede salirle bien pero lo lógico es que salga mal porque el fútbol tiene códigos propios que no se solventan en la barra de una discoteca con un par de gracietas. Si sale mal, él tampoco pierde tanto. Siempre le quedará Cristiano Ronaldo y el palco del Bernabéu. Nosotros, por el contrario, lo perdemos todo.
Puede salir bien dicen algunos. Ojalá, respondo yo. Nada me gustaría más que equivocarme. Insisto. Amo demasiado al Valencia como para no rectificar llegado el caso pero algo me huele mal. El jugador que no sea de Mendes en ese vestuario difícilmente va a creer que jugarán los mejores. Todos sabemos cómo son los profesionales. Si no hay un líder justo y equitativo el equilibrio se rompe. Pizzi garantizaba en ese vestuario que la meritocracia se impusiese. El hombre de Mendes puede que lo consiga, insisto, ojalá, pero a estas alturas el fútbol da pocas sorpresas.
Todo el proyecto de cantera e inversiones razonables se tambalea. Empiezo a pensar que sólo vamos a ser una copia rutilante pero enferma de casos trágicos que están muy cerca, el Deportivo, el Zaragoza…todo pinta en esa dirección por desgracia. Sólo espero equivocarme. O cuanto menos, que Peter Lim sepa realmente como se hace un equipo de fútbol. Mendes no lo sabe. Mendes es un mercader, no un hombre de fútbol. Veremos.
60 AÑOS DEL MOMENTO CULMINANTE DE TODA ESTA HISTORIA
El 20 de junio se cumplen 60 años de la copa de 1954. Fue seguramente el momento preciso en el que el Valencia más cerca estuvo de su cénit institucional y deportivo. Un equipo con 8 valencianos, con un presidente ejemplar, un director técnico de la casa y una filosofía tan clara como saneada y eficaz. Ya sé que no es posible volver a 1954 pero si alguna vez el Valencia tuvo un modelo y supo ser fiel a él fue precisamente entonces. Ni siquiera con el doblete de 2004 se dieron esos parámetros. De aquella mística, de aquel equipo, sólo queda la memoria. Pero quien tiene una memoria tiene un hilo. Basta con aprender a tirar de él.