Es cierto que no es imprescindible tener cerrado el equipo el primer día de pretemporada, pero también que resulta desaconsejable tener el frente de las entradas y salidas en la plantilla tan abierto como se encuentra actualmente.
A día de hoy resulta difícil precisar quién manda en el Valencia, un club que cabalga con dos jinetes, uno el que formalmente dirige la entidad y otro el que acaba o está a punto de llegar. Peter Lim y el Valencia son en estos momentos una pareja de hecho, supongo que bien avenida, un matrimonio sin papeles, aunque el empresario de Singapur ya le ha dicho al padre de la novia (esperemos que a Bankia no le moleste el papel asignado) que sus intenciones son las mejores y que el amor que profesa por la criatura quedará demostrado en breve.
Para la consumación del matrimonio faltan unos pequeños detalles: arras, dote y alguna otra cuestión de origen oriental que escapa a nuestra perspicacia. Para su celebración, Lim debe ratificar el entendimiento con la Fundación Valencia CF, otra especie de padre de la novia (esperemos que tampoco le moleste el papel asignado), ya que ese otro pariente próximo que es la Generalitat no ha puesto objeción alguna al enlace.
Con el cierre de los acuerdos bilaterales Fundación-Lim y Bankia-Lim, que deben reflejarse documentalmente con el pago de las cantidades establecidas, se dará el pistoletazo de salida al proyecto aprobado por la Fundación o, en su defecto, a otro que esperemos sea lo más parecido posible al original.
Justo entonces conoceremos la pauta a seguir por el Valencia en todos los aspectos, especialmente en el deportivo, el que más interesa a una buena parte de sus aficionados y el que viene marcado por las urgencias del momento del año en el que nos encontramos. Es cierto que no es imprescindible tener cerrado el equipo el primer día de pretemporada, pero también que resulta desaconsejable tener el frente de las entradas y salidas en la plantilla tan abierto como se encuentra actualmente.
Mientras tanto, compás de espera: ni los jugadores, ni los técnicos, ni el consejo de administración, ni los patronos de la Fundación conocen su futuro en un momento en el que es necesario que el balón comience a rodar en todos los ámbitos en los que debe haber movimiento para que el proyecto se cierre cuanto antes y sea lo más sólido posible. No conocemos los ritmos de trabajo de las empresas de Peter Lim, pero sí los del fútbol español y europeo y la bicefalia, aunque en este caso no se entienda como enfrentamiento, debe ser transitoria. Admitida la venta del club como mal menor, cuanto antes se ratifique, mejor para el Valencia.