Visitar el Vicente Calderón siempre es estimulante pero este año las dudas que genera el equipo y el gran momento del Atlético hacen temer lo peor. Conforme se acerque el partido, inevitablemente, el aficionado valencianista visualizará la victoria de su equipo. En esa tesitura, los futbolistas dirigidos por Djukic tienen una gran oportunidad para revolucionar su propia dinámica.
Es asombroso comprobar el progreso continuado del juego del Atlético de Madrid desde que que se hizo cargo del equipo Simeone. En sus primeros tiempos se concentró exclusivamente en fortalecer la defensa. Cuando consiguió ese objetivo las individualidades de arriba fueron solucionando partidos, e incluso, consiguiendo títulos como la Europa League. El Atlético después, afiló su contragolpe y así le ganó una final de Copa al Madrid. Este año el proyecto de Simeone ha alcanzado la sublimación: juega bien a la contra frente a los equipos grandes y, ahora también, despliega un fútbol vistoso para arrollar a los equipos más pequeños. En palabras de Djukic “es un equipo que maneja muchos conceptos muy bien”. Veremos pues que status concede el equipo colchonero al Valencia de entrada. El técnico serbio en la rueda de prensa tras el encuentro de Europa League comentó que los partidos contra el Real Madrid y el Atleti iban a permitir al Valencia jugar esperando al rival. Ayer quiso matizar apuntando que la prioridad será “saber interpretar el partido” haciendo referencia a la versatilidad del rival.
Lo cierto es que el Atlético está en un círculo virtuoso en el que todo lo que toca se convierte en oro. La segunda línea está rindiendo a gran nivel y los titulares más. Villa se va recuperando y Diego Costa es una bestia. Jugadores como Gabi, Juanfran, Tiago o Mario Suárez (única baja colchonera por lesión) son piezas que encajadas en la composición de Simeone parecen los mejores futbolistas del mundo en sus demarcaciones. Algo parecido a lo que sucedía con Curro Torres, Rufete o Ángulo en la época de Benítez. Además tienen la aportación de Koke que deslumbra incluso sin el paraguas del sistema. El Atlético de Madrid se ha convertido en una máquina perfecta y parece difícil hacerle daño en el Calderón.
Los encargados de vencer a la lógica serán los futbolistas dirigidos por Djukic. Estuvo acertado el técnico valencianista en la previa comentando que el partido podía suponer un punto de inflexión. Realmente lo sería. En los dos próximos encuentros el Valencia tiene la oportunidad de cambiar muchas cosas y no sólo en la trayectoria personal del entrenador serbio. El club de Mestalla lleva bastantes años sin conseguir una victoria a domicilio contra un equipo de primera línea.
Los partidos recientes del conjunto blanqunegro contra equipos supuestamente inferiores han aportado más sombras que luces y no motivan ningún cambio en el once tras el pobre desempeño de suplentes y titulares. Tal vez Djukic busque acomodo a Banega deplazando a Canales a una banda y sacrificando a Feghouli o Bernat, pero, en principio, no está previsto ningún cambio respecto a las últimas alineaciones. Fuera de la lista se han quedado Hélder Postiga, Fede y Míchel por decisión técnica y Ricardo Costa por lesión.
Nadie espera un buen resultado del equipo de Djukic excepto sus propios aficionados al filo del inicio del partido por la propia grandeza del fútbol. Lástima que el factor sorpresa no se pueda rentabilizar. Una de las virtudes del Atlético es que mantiene la intensidad con independencia del rival.