Ilusión

Su estructura societaria, la filosofía que no transmite su máximo accionista y la experiencia del último año no parecen conformar el mejor de los escenarios para desarrollar un proyecto coherente.


Es muy probable que esta reflexión sea especialmente efímera. Los acontecimientos se precipitarán en cualquier momento y las noticias, fichajes y novedades borrarán de un plumazo la pesadilla de la temporada recién concluida de la mente de los sufridos valencianistas.

Pese a ello, no quiero quedarme sin recordar la petición de ilusión que Carmen, una aficionada (me consta porque la conozco que es una de los muchos que durante los últimos meses ha sufrido lo indecible por la marcha del Valencia) reclamó pancarta en mano desde la grada en el último partido del equipo en casa. Ahí está la clave, en recuperar la ilusión, en conseguir que la gente vuelva a emocionarse con el equipo. Ese es el único objetivo.

Pasamos, por tanto, al capítulo del procedimiento. El hombre clave al respecto es, o al menos debería serlo, Suso García Pitarch, el director deportivo del Valencia. Se trata de un profesional sobradamente preparado para diseñar el próximo proyecto y que, además, es valencianista. Su principal problema es que trabaja para un club se rige por unos parámetros diferentes a los habituales en el fútbol de alto nivel. Su estructura societaria, la filosofía que no transmite su máximo accionista y la experiencia del último año no parecen conformar el mejor de los escenarios para desarrollar un proyecto coherente. ¿Qué se le va a permitir hacer? Esa es la cuestión clave.

García Pitarch tiene ante sí el problema de verse obligado a plegarse a los intereses del agente Jorge Mendes. No es un problema menor y, además, a continuación se le plantea otro de la misma envergadura: no plegarse a esos intereses. Entre ambas opciones, el director deportivo tendrá que navegar con los argumentos de su experiencia y su saber futbolístico.

Todo empezará por el entrenador (confío en que alguno de los nombres que he escuchados no pasen de ser una mala ocurrencia). Con la posibilidad de que fuera Julen Lopetegui dio la impresión de que o el representante, de forma legítima, quiso dar un paso adelante y vender su producto, o de que el club lanzó un globo sonda para tantear al valencianismo. Lo próximo, creo, ya será un nombre definitivo para el banquillo y a partir de ahí llegará el tiempo de conformar una plantilla con las bajas necesarias y las altas convenientes para afrontar una campaña sin competiciones europeas en la que los condicionantes económicos van a ser prioritarios, pero en la que lo fundamental será recuperar la ilusión, una variable que en el mundo del fútbol no es un intangible, sino algo tangible, un valor económico, una necesidad imperiosa para que el negocio funcione. Espero que  alguien se lo habrá hecho ver al propietario.

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