Hubiera preferido dedicar este artículo a otro asunto, pero desde que supe que eras una incondicional seguidora valencianista, una devota de David Albelda, no puedo ceder a la inercia de lo convencional.
No te he conocido personalmente y, lo que es peor, nunca voy a disponer de esa oportunidad. Lamento tener que escribir estas líneas para honrar tu memoria y recordar tu tragedia que también es la nuestra. El otro día, maldita la hora, un canalla acabó con tu vida por despecho y como solo lo puede hacer un miserable, te atacó a traición, por la espalda. Con tan solo 26 años te vas de este mundo que no está para grandes alegrías, pero en el que todavía quedan motivos para disfrutar y causas por las que luchar. Hubiera preferido dedicar este artículo a otro asunto, pero desde que supe que eras una incondicional seguidora valencianista, una devota de David Albelda, no puedo ceder a la inercia de lo convencional. Empar, te imagino adolescente, nueve años atrás, eufórica, orgullosa, celebrando exultante aquellos días gloriosos en Mestalla, con tu camiseta, con tus amigos, agitando la bufanda, cantando “Amunt Valencia”.
Al menos pudiste disfrutar de aquel ciclo inolvidable; ya sé que faltó un Champions, pero el destino se permite algunos caprichos inexplicables. Por encima de los éxitos y de los fracasos, está la lealtad a unos colores y tú eras fiel al Valencia. He visto en la prensa fotos de tu habitación decorada con fotos y posters. Sé que el Valencia te hizo feliz, te hizo pasar momentos maravillosos. También te imagino desconcertada por lo que está pasando este año, las ilusiones defraudadas y la esperanza de una recuperación hasta ahora aplazada. Te supongo dolida por ver como nuestra radio y televisión eran clausuradas y ya no podías ver ni escuchar las noticias en valenciano, tu lengua materna, “la nostra llengua”. Otro golpe bajo en estos tiempos tan amargos e injustos.
Hace tan sólo una semana, en todos los campos de primera división se organizó un homenaje a las víctimas de la violencia de género en los prolegómenos de cada encuentro. Menuda ironía, tu último partido en vida fue el de Elche, donde el Valencia, sin saberlo, ya estaba realizando tu homenaje. Tampoco eras consciente del cruel final que te aguardaba. Siento en el alma, Empar, que hoy no puedas estar en Mestalla, animando a tu equipo, pero te puedo asegurar que hoy me voy a acordar de ti y espero una victoria valencianista como tributo de agradecimiento a personas como tú, sencillas y discretas, que salen del anonimato para engrosar estadísticas vergonzosas y dar titulares en la sección de sucesos. Me duele pensar en la pena que invade a tu familia, en la falta de consuelo que provoca tu asuencia. Bon viatge, Empar, i Amunt!.