Layhoon salió airosa del envite sin apenas esfuerzo, y lo hizo siguiendo un puñado de líneas maestras de lo más elementales: templar ánimos en la crítica, propósito de enmienda en la línea mostrada por Nuno, reforzar la figura del técnico y, en lo quizá sea el primer ejemplo en la historia de un dirigente futbolero admitiendo un error, reconociendo el patinazo en los precios de las entradas para la Liga de Campeones.
Decir que un club de fútbol no es una empresa corriente ha acabado convirtiéndose en uno de los tópicos recurrentes de nuestro universo balompédico. El motivo fundamental, cómo no, reside en el carácter catalizador de la pelotita como generador de tsunamis capaces de tumbar una administración modélica y, por el contrario, como dique de contención y escudo invulnerable para gestores infames. El éxito, como es lógico, se alcanza cuando dirección de la empresa y resultados deportivos van de la mano.
Tras los titubeos iniciales y los debates inevitables respecto a la necesidad o no de colgar a Nuno del palo mayor a las primeras de cambio, un par de victorias han servido para templar gaitas. Victorias trabajadas, sufridas, por escaso margen en ambos casos y con el portero como figura heroica, pero victorias al fin y al cabo. Bálsamo para los males, oxígeno para los pulmones, vendaje para las heridas. Dos o tres resultados positivos más y podremos dar la crisis por zanjada. Mientras, en el terreno de la moqueta y de los despachos, Layhoon Chan también dio carpetazo a muchos asuntos pendientes el pasado 30 de septiembre. La presidenta anunció una capitalización de 100 millones en el Valencia, de los cuales Peter Lim abonará directamente un mínimo de 71 millones de una tacada y cubrirá la cantidad restante en la segunda ronda una vez el resto de abonados tengan la oportunidad de suscribir su cuota preferencial de acciones. Una noticia esperada desde hace meses -desde el 1 de julio-, pero no por ello menos destacable.
En primer lugar, es inevitable hacer referencia al ‘timing’ del anuncio. La rueda de prensa de la presidenta ejecutiva tuvo lugar tras dos semanas de ajetreo en el ámbito societario tras la aparición del colectivo Marea Valencianista en el horizonte. O, siendo todavía más precisos, tras la denuncia presentada por el ex vicepresidente Miguel Zorío ante el fiscal. La honorabilidad no es tontería, ni en nuestro país ni –especialmente- en Singapur. Meriton debía responder, pero no mediante un comunicado ni a través de un par de citas en un diario afín. Layhoon puso la cara y las palabras, pero el contenido tiene el sello de Lim. Sí resultó sorprendente la manera de anunciar la comparecencia (¡a cinco minutos de un partido vital en la Champions!), aunque no el día escogido: en caso de victoria, el evento serviría como gancho ‘uno-dos’ contundente en el plano deportivo pero también institucional; en caso de derrota en Gerland, las palabras de la presidenta reiterarían el compromiso de Lim y el carácter a largo plazo del proyecto.
Más cosas: la puesta en escena. Layhoon en solitario, frente a los medios y armada con un papel en el que tenía preparado su discurso… y algo más. No resulta extraño, conociendo al departamento de comunicación del club, que se trabaje sobre supuestos de posibles preguntas y las respuestas más adecuadas. El espaldarazo que la ejecutiva dio a Nuno cuando llegó la inevitable cuestión sobre las críticas al portugués fue un buen ejemplo. Layhoon fue más allá y –echando un rápido vistazo a sus ‘apuntes’- recordó la manera en que la grada despidió a Joaquín Sánchez en su reciente visita a Mestalla. “La ovación en pie del estadio me emocionó (…) Nunca había visto a una grada reaccionar así (…) Me sentí muy orgullosa, y sentí que esta afición tiene clase”, explicó. Por fin una persona ajena a ‘la terreta’ es capaz de dar una definición ajustada del público de Mestalla: exigente, sí, pero noble. Con mucha clase.
Ahondemos en las formas. En una ciudad en la que hemos sufrido a entrenadores que han invitado en tono retador a la hinchada a “levantar algún partido” (*facepalm*), mantener un tono moderado y cordial en el trato hacia el aficionado es todo un ejercicio de equilibrismo. Layhoon salió airosa del envite sin apenas esfuerzo, y lo hizo siguiendo un puñado de líneas maestras de lo más elementales: templar ánimos en la crítica (“todavía me siento mal por el equipo, creo que los aficionados han sido algo duros con el”), propósito de enmienda en la línea mostrada por Nuno (“mantengámonos unidos, porque eso es lo que hacen las familias”), reforzar la figura del técnico (“es el mismo que nos llevó a la Champions“) y, en lo quizá sea el primer ejemplo en la historia de un dirigente futbolero admitiendo un error, reconociendo el patinazo en los precios de las entradas para la Liga de Campeones (“el club ha aprendido la lección, he dicho a los directivos que no entendemos a nuestros aficionados lo suficiente”). Esto último, que debería ser moneda común, todavía me tiene boquiabierto.
Y, para rematar, centrémonos en el mensaje. Había tres grandes asuntos que zanjar, y la ejecutiva los despachó con milimétrica eficacia: capitalización, Nuevo Mestalla y ‘affaire Zorío’. Cuando Lim prestó los cien ‘kilos’ para reforzar al equipo (Layhoon concretó que esa cantidad se había aumentado hasta alcanzar los 180 millones), muchas preguntas surgieron respecto a las condiciones de dicho crédito participativo. Con este movimiento, el Valencia reducirá su deuda al tiempo que refuerza su salud financiera, aumentando sus fondos propios de 50 a 150 millones de euros. Según Meriton, la burocracia impidió que se pudiese acometer esta operación meses atrás. Y, como reiteró la mandataria, ni siquiera era obligatoria dado que la LFP confirmó al club que no había excedido los límites del ‘fair play’ financiero. Del mismo modo, la mano derecha de Peter Lim ofreció al fin una versión oficial respecto a la manera en que Meriton está enfocando la problemática del Nuevo Mestalla. Definir al nuevo coliseo como “una inversión que debe durar no diez, sino noventa años”, destacar la importancia de la planificación por encima de la ejecución, y recalcar que el nuevo recinto debe mantener las señas de identidad que hacen especial al actual Mestalla (“no tiene sentido trasladarte a un palacio en el que no tengas la sensación de sentirte como en casa”) fueron explicaciones de lo más convincente. Para cerrar el apartado de cuentas pendientes, Layhoon apenas hizo mención a Marea Valencianista y a Miguel Zorío, a quien no nombró en ningún momento. Decisión inteligente: en una (probable) batalla legal, es mejor que sean los letrados de una y otra parte los que bajen al barro a revolcarse.
Si bien el jurado no alzaría los dieces al unísono para convertir de pronto a Layhoon en Nadia Comaneci (aunque sí hubo explicaciones al respecto, sigue sin existir resolución satisfactoria al papel de George “es sólo un amigo” Mendes, a la búsqueda del patrocinador principal y a las responsabilidades de Nuno como Manager General), la puntuación global para la comparecencia de la presidenta debe ser altísima, sobresaliente. Superior al 9. Era necesaria, era pertinente, era fundamental. El buen sabor de boca nos hace desear que dichas intervenciones tengan lugar más a menudo y no de manera tan espaciada, obedeciendo a hechos puntuales –salida de Salvo y Rufete, capitalización y ajetreo societario- y con la necesidad de responder en lugar de anunciar. Una parte significativa de aficionados, acostumbrados ya a los retales de profesionalidad que el aterrizaje de Meriton ha traído a la entidad –no era muy difícil superar lo anterior-, desea una directiva proactiva, emprendedora, cercana y cuya transparencia sea intachable.
Subrayábamos hace unas semanas la necesidad de exponer –argumentos en mano- las dudas razonables que se nos pasasen por la cabeza. En consecuencia, un club que proporcione respuestas incluso antes de que se planteen las preguntas borraría de un plumazo dichas dudas. Los cien millones de capitalización eran y son un paso necesario y feliz en esa dirección. Todos contentos.