A estas alturas, dudar de la solvencia del magnate de Singapur, cuando su patrimonio -según publicaciones como Forbes- podría superar los 2.400 millones de euros, sería una temeridad propia de necios o de ignorantes. Dicho esto, no deja de ser un empresario que busca adquirir un activo al precio que mejor le convenga.
Después de que el término 'semana decisiva' haya perdido totalmente su significado a lo largo de los últimos meses, baqueteado y reiterado cada domingo y olvidado con suma rapidez a los pocos días, los hechos hablan -ahora sí- de momento decisivo en el proceso de venta del Valencia CF. En la hora de apostarlo todo al rojo, el 'all-in' de todas las partes apunta a la tensión total, rozando el punto de ruptura, en busca de un final satisfactorio.
Estas líneas verán la luz con el presidente del Valencia a escasos minutos de aterrizar en Singapur en un viaje relámpago iniciado a mediodía del miércoles. Tan súbito y precipitado que dejó al presidente de la Fundación, Aurelio Martínez, esperando en la oficina a una reunión que finalmente no pudo llevarse a cabo por falta de tiempo. Salvo y su homónimo en la FVCF mantienen contacto regular por teléfono -Martínez ha estado fuera de Valencia en los últimos días y volverá a marcharse este jueves rumbo a EE.UU.- e intercambian todos los 'inputs' que les llegan a diario de la negociación. Después de ocho meses de tensión extrema, también el economista merece un respiro.
Una negociación que sigue teniendo innumerables aristas y que mantiene a Bankia y a Meriton en dos posturas opuestas, enconadas, enfrentadas. El 'deal' sigue siendo posible, pero las concesiones van a tener que ser amplias en ambos bandos. Y rápidas. En unas horas, a las 23:59 del 15 de agosto, expira la cláusula de exclusividad de la carta de intenciones ('term-sheet') rubricada entre las dos partes el pasado 6 de junio de 2014. El plazo podría ampliarse siempre y cuando ambas partes lo acuerden. Sin embargo, ni banco ni empresa parecen estar por la labor de dilatar más el proceso. O se cierra ya o se rompe.
Que Amadeo Salvo y Luis Vicente Douwens -una figura silenciosa pero a la que conviene no perder de vista en todo este proceso- se montasen en un avión para acudir a la llamada de Peter Lim en Singapur desató las especulaciones en la capital del Turia. La masa social valencianista volvió a marcar tendencia en las redes sociales. El juego habitual de medias verdades campó a sus anchas, como viene siendo costumbre. El presidente valencianista aterrizará este jueves por la tarde en el país asiático y mantendrá la que será, seguramente, la reunión más importante de su vida.
A miles de kilómetros, cinco mil personas tomaron las calles de Valencia una tarde de agosto para dejar claro que, para ellos, Peter Lim marca el camino.
PETER LIM Y SU POLÍTICA DE IMAGEN
Marca el camino porque el proceso ha conducido irremediablemente a ello. A estas alturas, dudar de la solvencia del magnate de Singapur, cuando su patrimonio -según publicaciones como Forbes- podría superar los 2.400 millones de euros, sería una temeridad propia de necios o de ignorantes. Dicho esto, no deja de ser un empresario que busca adquirir un activo al precio que mejor le convenga.
Resulta difícil escapar al trincherismo, pero obviamente resulta obligatorio intentarlo en una negociación que tiene como objeto el cambio de poder en la sociedad con mayor repercusión de la Comunidad Valenciana. Desde hace casi un año el Valencia busca nuevo dueño para romper de una vez con un pasado anquilosado y que sumió a su masa social en la inopia e insensibilidad más absoluta. Se perdió la pasión. Para muchos, Lim ha supuesto regresar a un estado emocional que parecía perdido. Corrección: definitivamente, se había perdido.
Al igual que ocurre en España con empresarios como Amancio Ortega o, a nivel autóctono, con Juan Roig, Peter Lim tiene por costumbre limitar al máximo sus apariciones en la escena pública. Y no digamos sus medidas y escasísimas declaraciones. En territorio nacional, más allá de las cenas con Florentino Pérez o la visita a Alberto Fabra el pasado 10 de diciembre a mediodía, su comentario más recordado fue aquel "tomorrow, tomorrow" del 14 de enero, nada más terminar el choque del Valencia CF en el Calderón. Peter Lim no habla. Peter Lim actúa.
Ante esta política comunicativa, resultó sorprendente la declaración del presidente Salvo el pasado sábado anunciando una comparecencia pública del magnate a finales de semana, "el día 15 o 16", para dar su versión de los hechos. Dichas palabras fueron matizadas días después. No obstante, personas cercanas a la negociación insisten en el hecho: después de haberlo anunciado, no creen que Peter Lim se limite a un comunicado redactado por su gabinete de prensa para exponer la postura oficial de Meriton Holdings. Varios de los actores en el proceso creen que Lim va a hablar, con micros y cámaras delante. Sería un giro radical a su perfil discreto en los últimos años, pero un club como el Valencia sin duda lo vale.
LA NEGOCIACIÓN
Así, se aventuran horas definitivas para una obra teatral que ha superado los tres actos canónicos y que enlaza epílogo tras epílogo. El 6 de junio se firmó la carta de intenciones, y la negociación entre Meriton y Bankia ha atravesado picos y valles que, en función de su calado entre el respetable, ha sumido al seguidor de a pie en estados de excitación o depresión. Orquestados o no, resulta infame jugar con la ilusión del aficionado de esa manera, pensando sólo en el bolsillo o en el interés propio.
Primero la propuesta incluyó el pago al contado de los 90 millones de la Fundación, y una refinanciación del crédito de 230 'kilos' con una quita de 106 millones. Bankia no aceptó. La negociación entonces entró en otro plano, considerando una refinanciación global. La 'term-sheet' da las dos pistas definitivas para el desenlace: las garantías ofrecidas por el comprador debían ser "a plena satisfacción" de Bankia; y el trato definitivo debía incluir de forma indisociable los tres créditos concedidos al club y a su Fundación -200 millones de un préstamo, 30 del otro, 90 del dinero destinado a la compra de acciones y sus intereses-.
El tira y afloja se ha sucedido en las últimas semanas hasta alcanzar el punto de roce definitivo: las garantías. Peter Lim ofrece su garantía personal ilimitada (recordemos, su patrimonio asciende a 2.400 millones de euros). El banco no acepta. El banco pide una lista de activos del magnate, convertibles en líquido de manera inmediata, por valor de 200 millones de euros. Lim no acepta. Enroque. Meriton movió ficha el lunes, según explican fuentes conocedoras de la negociación ofreciendo a Bankia una solución intermedia para el préstamo de 90 millones de la Fundación, con el respaldo de Citibank. Según Bankia, la otra parte no planteó ninguna solución viable que no incluyese quita.
Negociación. Con el matiz de que el tiempo apremia, de que Peter Lim -según el entorno del presidente- está cada vez más harto de la situación y que amaga con retirarse. Según el uno, la culpa es del otro, y viceversa. Y aún así, la puerta sigue abierta a un acuerdo.
Mientras tanto, el silencio sepulcral de la Generalitat Valenciana es realmente llamativo. Si la operación se tumba, toca 'rascarse el bolsillo' con más de cuarenta millones de euros a pagar a finales de agosto, la mitad del préstamo avalado en 2009 a la FVCF en una de las charlotadas más espectaculares de la historia de la política valenciana. Aquel teatrillo, auspiciado por Francisco Camps y Jose Luis Olivas, resultó en un documento firmado por Bancaja e IVF en el que admitían estar prestando un dinero que la Fundación VCF jamás podría devolver. Manda huevos. Sin embargo, la juez Alabau tiene el aval en la nevera, y el Consell espera que su permanencia junto a la cubitera haga que el banco no tenga más remedio que quedarse en prenda la mitad de las acciones, a la espera de saber qué ocurre con la otra mitad dentro de un año.
LA FRACTURA
El posicionamiento a lo largo de los meses ha dado lugar a innumerables titiriteros en busca de marionetas con las que jugar. A decenas de aficionados desesperados y corroídos por el desánimo, hartos de que se juegue con su club, cansados de que se haya mangoneado desde 1993 hasta hoy a discreción, con presidentes que se han servido del club o directamente lo han hundido en un pozo de 500 millones de déficit.
Por eso es admirable que en pleno 2014, veinte años después de aquello, haya cinco, cincuenta, quinientas o cinco mil personas que se concentren pidiendo un Valencia mejor, movidos por su sentimiento. Mi respeto más absoluto a todos ellos. Son los grandes damnificados y en contadas ocasiones hemos podido escucharles con tanta claridad.
El proceso de venta del Valencia CF quedará para los libros de historia no por su resultado final, sino por los extensos ecos que resonarán de los tambores de guerra. Una batalla sin cuartel incitada y azuzada en la que da exactamente igual quién salga herido mientras ganen 'los míos', y en la que, por mucho que se apele al club, el club siempre acaba siendo el gran olvidado. Habrá venta a Lim o no, pero el drama será la fractura social que se advirtió allá por el mes de enero y que sólo ha ido ahondándose con el paso de los meses.
Una fractura que ha tenido o está teniendo lugar en el mundo de la empresa, en el sector bancario, entre los propios aficionados y en el ámbito periodístico. La apelación a los más bajos instintos de un sector frustrado de tanto engaño ha generado un clima irrespirable y peligrosísimo. No todo vale. Especialmente en una profesión que debe servir de correa de transmisión y no posicionarse a favor o en contra de ninguna empresa.
Hechos. Datos. Cifras. Noticias. El periodista no se mide ni por el equipo, ni por el carné, ni por los golpes en el pecho ni por las amenazas. Tampoco por los insultos ni por las insinuaciones. El derecho a informar libremente ha sido puesto en jaque hasta el punto de que la Associació de Periodistes Valencians ha tenido que poner paz tras un linchamiento público inaudito, desproporcionado y con comentarios absolutamente fuera de lugar.
Apelar al sentido común en este punto es una quimera de dimensiones gigantescas. El clima bélico ayuda a esconder muchas vergüenzas en ambas partes. Nada volverá a ser igual. Hace un par de años un escenario en el que se plantease siquiera un concurso de acreedores voluntario hubiese llevado las manos a la cabeza a cualquiera. Ahora, se contempla como una opción viable, incluso deseable para componentes de ambas trincheras. Ver para creer.
Haya venta o no, y a la hora que sean publicadas estas líneas la negociación todavía puede -ojalá- rematarse satisfactoriamente para ambas partes, el final ya está escrito. Bankia quedará marcada para siempre. Lim quedará marcado para siempre. Salvo quedará marcado para siempre. Alberto Fabra, sus consellers, la Fundación VCF, aquellos medios de comunicación que hayan renunciado a la praxis… Y también los pobres aficionados. Nadie se librará. Marcados para siempre. Así son las guerras. 'La historia la escriben los vencedores', afirma el refrán. Perdónenme, pero no me vale.
Haya o no ganadores… en las guerras pierden todos. Hemos perdido todos. Absolutamente todos