Apelábamos a la épica en la previa del partido contra el Getafe. Era fácil predecir un choque intenso y la necesidad de un Valencia inspirado y combativo para pasar la eliminatoria pero quién podía soñar con una noche así. La emoción más pura volvió a Mestalla con un rugido que hizo temblar la ciudad. Una noche para el recuerdo que puede tener una capacidad transformadora en un momento de la temporada clave para abordar el éxito. Paso a paso.
Contra el Getafe el Valencia ganó por talento futbolístico y, sobre todo, porque vivió cómodo en el caos que propuso. Volteó la eliminatoria por carácter, allí donde el Getafe debía reinar. Fue toda una revelación. El Valencia ha pasado de ser un equipo pusilánime y mentalmente débil a ser capaz de obrar un milagro futbolístico por pura convicción. Donde antes había jugadores incapaces de sobreponerse a las variaciones en el marcador (a favor o en contra) ahora hay guerreros que saben sufrir y creen en ellos mismos. Gayà domina todos los registros y se emplea con ferocidad, Santi Mina nunca da un balón por perdido, Parejo evidencia hambre de gloria, Garay se va pareciendo a Otamendi y Ayala en jerarquía y Gabriel Paulista es, sin duda, el futbolista rudo que todo equipo necesita. Esta transformación tiene también como responsable a Marcelino que, en esta ocasión, supo encontrar el enfoque emocional adecuado para su equipo.
Tras las derrota contra la Juventus en Mestalla, el entrenador asturiano dijo que el Valencia debía de jugar ese tipo de partidos todos los años para disputarlos con plenas garantías competitivas. Es obvio que la experiencia es un grado pero como más se aprende es ganando. En su primera participación en Champions League el club de Mestalla llegó a la Final. Al año siguiente repitió el mismo camino. La eliminatoria contra el Getafe le ha aportado al equipo más identidad y carácter que el doble enfrentamiento contra la Juventus. Por eso, siempre se debe ser ambicioso.
El tsunami de autoestima para equipo y afición queda para la historia y, por así decirlo, ya nadie nos lo puede quitar. La ola llegó al Camp Nou el pasado sábado y debe bañar lo que resta de temporada. La eliminatoria contra el Betis es preciosa. Se puede confiar en volver a ver a un equipo bronco y copero. Marcelino, en la rueda de prensa previa, acertó poniendo el foco en el partido de ida. No valen estrategias especultativas pensando en Mestalla. Es, sin duda, el primer paso para ver esta noche a un Valencia voraz, consciente de la oportunidad única que se presenta y con la determinación necesaria para aprovecharla.
A por ellos.
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