Es pronto para analizar la propuesta del próximo dueño del Valencia CF pero se pueden extraer conclusiones de la jornada de ayer, la mayoría, positivas
A falta de que se formalice la compra-venta de la mayoría accionarial y de que el Peter Lim renegocie la deuda del Valencia con Bankia, el club de Mestalla abre una nueva etapa en su casi centenaria historia.
En primer lugar, cabe estar contentos sólo por el hecho de que se haya llegado a un acuerdo por unanimidad. La perspectiva de que el proceso encallara o de que la resolución adoptada inspirara una nueva guerra era, como poco, preocupante. Queda la duda de saber si la mejor oferta para la Fundación era la mejor oferta para el club.
Ganó Lim pero, sobre todo, ganó Salvo. Ganó David a Goliat. Más allá de filias y fobias es admirable comprobar cómo el presidente del Valencia se ha hecho el amo del proceso de venta partiendo desde una posición de desventaja. El presidente ha trazado una estrategia que ha dado un vuelco a las relaciones de poder establecidas: Generalitat y Bankia han acabado cediendo.
Por otro lado, al presidente del Valencia hay que atribuirle otro mérito mayor y que, incontestablemente, ha repercutido en beneficio del Valencia. Aunque no hubiera ganado la partida, su búsqueda de inversores ha propiciado que, en todo caso, la competencia aumentara redundando en unas mejores condiciones finales para el club. Amadeo Salvo ha trabajado desde el principio por poner en valor la marca Valencia CF y el mérito de que se presentaran 7 ofertas es suyo. Si no hubiera estado él, seguramente, la entidad hubiera acabado en manos de un proyecto poco ambicioso.
Empieza una nueva etapa y hay que partir de cero para construir un Valencia grande. La guerra ha terminado y ayer Salvo, en rueda de prensa, perdió una buena ocasión para mostrar mejor talante. Es perfectamente comprensible que el presidente esté enfadado por cómo se le ha tratado desde ciertos medios de comunicación. Desde aquí hemos denunciado la campaña por la que se le ha criticado sistemáticamente, cuando lo hacía mal y cuando lo hacía bien. Sin embargo, al presidente del Valencia hay que exigirle que no entre en disputas personales. Debe abrir la mano. Ya ha ganado. No debe dar ningún argumento para que se abra una fractura social o, por lo menos, mediática. Es el momento de mirar al futuro y cuanta más cohesión haya alrededor del Valencia mejor. Los demás pueden hacer lo que quieran pero él, como presidente, debe trabajar para alcanzar este objetivo. Ayer, en la rueda de prensa, dio un paso en sentido contrario.
Por otro lado, hay que diferenciar entre darle la bienvenida al nuevo dueño y el servilismo. El Valencia no puede ponerse de rodillas ante nadie: ni ante Bankia, ni ante la Generalitat ni ante Lim. No perdamos la perspectiva.