En la data room (servidor informático de acceso confidencial) el club está depositando la información necesaria para que los compradores hagan sus ofertas vinculantes.
Que el proceso de venta llegue a buen puerto, y no hablamos de inversiones en la Marina Real de Valencia, parece cada vez más una odisea. Los interesados en la compra, desde luego, si llegan hasta el final, van a demostrar tener una voluntad de hierro. Aunque, todo hace indicar que alguno de estos potenciales inversores ha filtrado a la cadena Ser los datos de acceso a la data room, o, tal vez, el enemigo esté en casa. No sabemos si será fácil saber o no quién ha sido, cuántas personas han tenido acceso al servidor y a las claves pero se debería abrir una investigación que conllevara la expulsión del filtrador del proceso de venta. Cabe apuntar que este tipo de tácticas puede hacer que los competidores se retiren de la puja debido a la falta de seriedad que lo impregna todo.
En cualquier caso, esta filtración, y haciendo caso a lo que trasciende de ella, pone de manifiesto que el Valencia está facilitando los datos a medias. El club está en una posición complicada. Ayer emitió un comunicado para decir que esta información está llena de inexactitudes pero tampoco pueden exponer cuáles son a fin de no incurrir en falta de confidencialidad.
Da pena ver cómo se retuerce el proceso de venta. Cómo, tras llegarse en varias ocasiones a un acuerdo definitivo para que todo transcurra por cauces pautados, siempre ocurre algo que hace peligrar el desarrollo lógico de los acontecimientos. La palabra hastío empieza a quedarse corta.