El club tiene la obligación de alumbrar todas las sombras que rodean al fichaje de Otamendi
La gran noticia de que uno de los mejores centrales del mundo llegue al Valencia a partir de junio no exime al club de dar las pertinentes explicaciones sobre lo sucedido estos dos días. El modo de proceder del presidente del Valencia tiene aspectos admirables. Cuando se ve acorralado, en vez de dar un paso atrás, redobla su apuesta para salir vencedor. Aún así, la audacia de Salvo no justifica la lamentable imagen que ha trascendido del Valencia con el caso Otamendi. Tampoco tiene sentido validar el proceso con el argumento de que los anteriores dirigentes del Valencia no eran transparentes. Considerar que a los aficionados sólo les importa el fin y no los medios es una falta de respeto a la institución. Lo era con Llorente y lo es con Amadeo Salvo.
Haber estado dos días alimentando las especulaciones con silencio y no haber desmentido todavía el error con el pasaporte es un hecho suficientemente grave como para pasar página.
Ya dijimos en el caso de Vezo que la transparencia no funcionaba así. Aquel fichaje sigue estando mal explicado pese a que el club emitiera un comunicado negando la participación de agentes externos. Infravalorar la capacidad crítica del aficionado es un camino equivocado. La línea que marcó el presidente con el fichaje de Pabón detallando las cifras y la participación de un fondo de inversión era la adecuada. Ahora parece que vale todo pero no es así. El debate no es si Mendes es mejor que los Toldrá. El debate es si la afición del Valencia merece una gestión transparente o no.