El club, con su silencio, valida todas las especulaciones
Enjuiciábamos positivamente en el editorial de ayer el trabajo realizado por Rufete y su equipo en el mercado de invierno. La premisa de formar un vestuario comprometido por encima de otros criterios merece nuestro elogio. Sin embargo, la labor de la dirección deportiva puede quedar empañada por una supuesta chapuza llevada a término con el fichaje de Otamendi.
Que el Valencia, muy dado en los últimos tiempos a desmentir con comunicados cualquier tipo de información, no haya negado las noticias que apuntan a que todo el caso Otamendi se debe a un error de la secretaría técnica por interpretar que el futbolista tenía pasaporte italiano es, cuanto menos, sospechoso.
No explicar lo sucedido alimenta todas las especulaciones. Eso el Valencia lo sabe y no poner remedio valida, incluso, el peor de los escenarios. El Oporto lo tiene claro y, pese a las posibles suspicacias que pueda levantar su presidente, es una institución sometida a la transparencia de su cotización en Bolsa.
No asumir un fallo, por clamoroso que sea, puede agravar una situación ya de por sí complicada. Más allá del millón de euros y la ficha del jugador (que no es poco) está en juego la valoración del trabajo de la secretaria técnica y, por extensión, la del departamento de comunicación que debe gestionar un tema peliagudo.
En este caso habría que transformar el dicho anglosajón 'no news, good news' (la falta de noticias es una buena señal) por lo contrario.