Para llegar a la situación actual Parejo ha tenido que hacer el doble que otros
El mérito de Parejo es inmenso. En su primera media temporada en Valencia se le colgó, merecidamente en función de sus actuaciones, el cartel de futbolista indolente. El resto del año llegó a realizar buenos partidos pero no se le valoró porque ya estaba señalado. Para rematarlo, tuvo un desagradable incidente dando positivo en un control de alcoholemia a altas horas de la madrugada.
Más allá de esto, la situación para el jugador de Coslada era bastante injusta. Tino Costa, por ejemplo, podía perder diez balones sin que la grada se lo recriminara, pero si Parejo se equivocaba… ¡ay!
Con Pellegrino más de lo mismo. Parejo partió en las preferencias del entrenador argentino por detrás de Banega, Gago y Tino Costa. Hubo que esperar a la llegada de Ernesto Valverde para que Parejo, por fin, empezara a brillar. El entrenador cacereño, en su aplicación del sentido común le dio galones al jugador con más clase y más fundamentos futbolísticos de la plantilla. Parejo respondió, incluso, jugando de mediocentro defensivo.
En su primer año se puso en duda su capacidad para jugar de creador y algunos especialistas afirmaban que sólo podía rendir de mediapunta. Con Valverde, sin embargo, el centrocampista madrileño empezó a sentar cátedra y demostró que era el jugador más indicado para asumir los mandos de la nave valencianista.
En su tercer año Djukic le alabó nada más llegar. Sin embargo, las palabras del serbio no se tradujeron en la confianza sobre el campo. Poco a poco, Parejo, aprovechando sus oportunidades, volvió a hacerse un sitio en el once. Por su parte Pizzi, contó con él desde el principio.
Ahora la crítica le señala como el futbolista fundamental. Hay unanimiidad. Parejo ya ha vencido definitivamente las reticencias de Mestalla, se ha convertido en el líder futbolístico del equipo y llama con fuerza a las puertas de la selección. El mérito de Parejo reside en que para llegar a esta situación ha tenido que hacer el doble que otros.