Pako Ayestarán será el entrenador del Valencia hasta 2018
Es cierto que en el acto de renovación de Ayestarán se dieron situaciones un poco extrañas aunque no se llegó al punto de que el director deportivo dijera que su entrenador era otro al que se presentaba como sucedió con Nuno. A veces, aunque el fútbol no tenga memoria, conviene poner las cosas en perspectiva para evitar escándalos gratuitos. Pero sí, en la rueda de prensa en la que participaron Layhoon Chan, García Pitarch y Pako Ayestarán, se percibió falta de convicción. Más allá de los detalles, el problema estuvo en el mensaje. Se dieron argumentos muy válidos que sonaron vacíos porque no se ajustan a la realidad del club.
García Pitarch hizo un análisis perfecto de por qué el Valencia se estaba hundiendo respecto a otros equipos como el Atlético de Madrid o el Sevilla. La falta de un modelo deportivo estable es, sin duda, el diagnóstico acertado para explicar los males del club de Mestalla. Aún así, la renovación de Ayestarán no se puede explicar sobre esa teoría. El técnico vasco llegó al Valencia para ayudar a Gary Neville y las circunstancias le condujeron a asumir la responsabilidad de dirigir al primer equipo durante ocho partidos. Darle continuidad a una situación de emergencia no casa con construir un proyecto a largo plazo.
También sería razonable asumir el discurso de Pitarch en relación a que no se puede juzgar a un entrenador por "tres partidos aislados". Sin embargo, el argumento pierde sentido en el caso de Pako Ayestarán porque la evaluación dependía de ocho encuentros. Es la mitad del test fallado si sumamos la derrota contra Las Palmas. Y el que lo planteó en esos términos fue Ayestarán cuando, al principio de su andadura, pidió un margen de maniobra e invitó a la prensa y a la afición a sacar sus propias conclusiones (con el pulgar hacia arriba o hacia abajo) cuando terminara la temporada. La excusa de la relajación de los futbolistas una vez conseguido el objetivo de salvar la categoría no vale, por no decir que roza lo indecente. Además de que la séptima plaza todavía era posible, la plantilla sabía perfectamente que después de ganar al Éibar, Pako tenía cuatro finales plebiscitarias, en tres de las cuales, Getafe, Villarreal y Real Sociedad, el equipo no dio el mínimo exigible. Los jugadores no acudieron al rescate público del entrenador que después, internamente, según el director deportivo y la presidenta, recomendaron. Esto debe de ser una obviedad para García Pitarch y, aún así, ha apostado por Ayestarán. Es una decisión compleja y arriesgada que debe implicar una profunda transformación en la composición de la plantilla porque la evidencia dice que Pako no ha sabido llegar a los futbolistas.
Pero hubo más mensajes impecables en la teoría pero de difícil digestión viendo la práctica. Como cuando la presidenta pidió paciencia a Mestalla. Esa reclamación está fuera de lugar porque Layhoon Chan no dijo nada en los peores momentos de agitación contra Nuno, ni cuando la grada tragaba sapos por la ineptitud de Neville. La pedagogía era necesaria entonces, no ahora. Mériton ha tenido un déficit de comunicación tan grave que, antes de pedir nada, debería revisar sus procesos.
En la misma línea está la petición a la prensa de que debe de ser constructiva. Es un mensaje feliz pero incongruente con el proceder del club que privilegia a los medios de comunicación con discursos negativos y margina a los que elaboran un relato edificante.
A la hora de enjuiciar la elección de Ayestarán pasamos por alto otros factores que han generado controversia como la experiencia o el 'nombre' porque son aspectos debatibles y en el fútbol no hay ninguna receta mágica. Aún así, todas las dudas generadas son lógicas, sobre todo, viendo los precedentes. Por último, conviene recordar que es la primera decisión importante que toma el director deportivo. Sólo por eso, porque es la primera, debería merecer cierto crédito. Ahora Pako es nuestro entrenador y debe tener todo el apoyo del valencianismo. Eso es innegociable.
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