El público premió el esfuerzo de su equipo por encima del resultado
Todavía resuenan los ecos del domingo. Un día de emociones fuertes como últimamente son todas las jornadas en la realidad valencianista. La bomba lanzada por Salvo puede que redujera el número de participantes en la protesta convocada por ‘Afición Valencianista’. Lo cierto es que en la concentración se referenció más al Real Madrid que a Bankia y, desde luego, no hubo ni un reproche a la Generalitat excepto en la pancarta. Luego, en el estadio, Peter Lim fue la comidilla en el descanso porque durante el partido no hubo tiempo ni de respirar.
Por fin la afición volvió a sentirse identificada con su equipo. Fueron muchos los méritos del Valencia apoyados sobre un excelente planteamiento, pero sin duda, el más importante, fue el de no descomponerse pese a ir por detrás en el marcador. El equipo había mostrado a lo largo del año una mentalidad de mantequilla, por eso supuso una agradable sorpresa comprobar que no le perdió la cara al partido en ningún momento pese a las circunstancias. La ovación del final habla de un público que “premia el esfuerzo” como dijo en la previa Nico Estévez, no los resultados. El joven entrenador valenciano lo tiene claro. Si en su breve paso por el vestuario del primer equipo ha conseguido hacerle entender esa máxima a sus jugadores su aportación final será mucho más determinante que haber obtenido la clasificación para octavos o haber hecho un partido digno contra el Madrid. Esa es, ni más ni menos, la esencia del Valencia. La que los futbolistas llevan bastantes años sin respetar. La que se debe ver contra el Madrid y contra todos los demás.