Djukic debe alejarse de discursos triunfalistas aunque las cosas vayan bien para evitar la relajación del equipo
El fútbol, de por sí, invita a los altibajos anímicos con escaso margen de tiempo. Hoy estás besando el cielo y al día siguiente el suelo. En el Valencia más: por la tendencia a exagerar del entorno y por las condiciones de un equipo irregular. En ese punto el entrenador del equipo no debería contribuir a agudizar esa percepción.
Se jugó bien en Elche, se ganó en casa con un hombre más y se logró un buen resultado en Swansea como se podría haber obtenido un empate. Por eso no estaba justificado un discurso excesivamente triunfalista. Es cierto que el técnico serbio ha dicho que no han “conseguido nada” en varias ocasiones. Pero al final lo que queda es aquello de que el equipo “funciona bien”, “hemos encontrado el patrón de juego” y “la química en el equipo es ideal”.
Tiene cierta lógica que el entrenador quiera aprovechar cualquier signo positivo para reforzar a su equipo con un discurso optimista a fin de reforzar la confianza. Pero puede ser que esta estrategia no sea la más recomendable. Contribuye a hacer más voluble al equipo públicamente porque sus palabras tienen más de argumentos motivacionales que de análisis de la realidad.
Tal vez, al próximo buen resultado podría probar a cambiar el mensaje. Se deben restar méritos o, por lo menos, asumirlos en proporción a lo visto en el campo, no más. Hablábamos tras la victoria contra Osasuna que este equipo era muy dado a la autocomplacencia. Por eso el míster no la debe fomentar.