La afición no está respondiendo a la compra de entradas para el partido contra la Champions.
Hay diversos factores que amenazan con romper la magia de Mestalla. El valencianismo volvió a identificarse con su equipo como hacia mucho tiempo que no sucedía en la eliminatoria contra el Basilea hace un año y medio. Desde entonces, la ola de optimismo generada por la llegada de Peter Lim y los resultados positivos han mantenido la llama de la pasión incandescente. Sin embargo, ahora, el idilio está en peligro.
Conviene, antes de analizar las causas de por qué el romance entre la grada y el equipo está a punto de saltar por los aires, poner en valor la importancia de un Mestalla lleno empujando a su equipo. Nuno, en una rueda de prensa en la pretemporada de Alemania lo cuantificó científicamente asegurando que el cuerpo técnico manejaba un estudio que demostraba que, cuando más apretaba el coliseo valencianista, más rendían los futbolistas. Y más allá de los números, hay una evidencia subjetiva, algo difícil de verbalizar que se produce cuando la grada se entrega a sus jugadores. No es sencillo imaginar una derrota del Valencia en su campo cuando la afición lo da todo.
Pero nos encontramos en septiembre del 2015 y la previsión es que Mestalla no se llene para el primer partido de la liguilla de Champions. El motivo principal para que esto suceda son los precios de las localidades. Los abonados también deben pagar y, hasta el momento, sólo 11.000 de 39.000 han retirado sus entradas. Desde el club se justifica esta política de precios con el hecho de que el Valencia está obligado por contrato con Bankia a garantizar el pago de la deuda a través de este concepto. Ahora bien, sin conocer el margen de maniobra que tiene el club para renegociar el acuerdo, convendría que se concentraran todos los esfuerzos para cambiar las condiciones que afectan a este apartado. Seguro que la voluntad de Bankia pasa más por cobrar que por ver cómo Mestalla se vacía. Mériton se las debe ingeniar para darle esa seguridad económica a la entidad financiera sin comprometer la atmósfera del estadio. Lo contrario es dispararse al pie. Tal vez, en la futura ampliación de capital, además del FIFA Fair Play Financiero, se debería contemplar este aspecto.
Pero hay otro factor más que ahonda en la división entre la grada y equipo. La salida de Amadeo Salvo y Rufete fue manejada con irresponsabilidad por los medios de comunicación afines al ex presidente. Lo que podía haberse quedado en una decepción se convirtió en un incendio por intereses personales y cuotas de poder mediáticas. La hostilidad de Mestalla contra Nuno evidenciada con la pitada durante la presentación fue una mala noticia que, desgraciadamente, ha tenido continuidad en competición oficial.
Al final, entre unos y otros, van a acabar con la magia de Mestalla. Había costado mucho tiempo recuperarla pero parece que su fin puede ser rápido y sencillo. Se necesitan soluciones urgentes para que la fractura no se agrande.