Conclusiones finales de la venta del argentino
Ya hemos comentado estos días que, en el caso Otamendi, el más perjudicado ha sido el Valencia. La operación económica es muy buena pero el hecho de que se produjera horas antes de la eliminatoria contra el Mónaco ha convertido el traspaso en un golpe a la estructura del proyecto. El resultado del partido de ida frente a los franceses permite atenuar este impacto. En lo deportivo Otamendi era clave en la fiabilidad defensiva. Estas prestaciones se pueden reemplazar con otros futbolistas, incluso, de los que están en la plantilla. Pero el argentino también le daba identidad al equipo y, en este sentido, va a ser difícil encontrarle sustituto.
El personaje clave, como suele ser habitual en los grandes traspasos del fútbol mundial, es Jorge Mendes. Dijo ayer Nuno que no se pueden prever ciertas situaciones del mercado "no controlas las fechas, no puedes manejar los tiempos de cuando llega una oferta". Esto es opuesto a lo que declaró el representante de Otamendi, Eugenio Silva, hace casi tres meses. El agente del argentino vino a decir que entre él, Mendes y Lim arreglarían el asunto. El Valencia ha sido, desgraciadamente como se ha podido comprobar, la parte débil de la negociación. La lectura de que con Salvo hubiera salido por el precio de la cláusula haciendo referencia a los casos de Mathieu y Soldado es parcial porque no se alude al ejemplo de la venta de Juan Bernat. Aún así, queda un resquemor lógico. Mendes al final ha tratado de contentar a todos pero el menos privilegiado ha sido, con diferencia, Nuno. En este caso se ha evidenciado que el Valencia no puede depender de la diplomacia del 'superagente' porque su poder en el mercado no es ilimitado. Si no, el miércoles pasado al lado de Mustafi contra el Mónaco hubiera estado Otamendi, Mangala o Garay. Si no, Nuno no hubiera hablado de los imponderables para manejar la situación. Por extensión, Peter Lim también ha salido perjudicado aunque, en este caso, el aspecto económico de la operación, repetimos, excelente, y el posible pase a Champions, puedan darle otra perspectiva.
El bofetón de realidad para el orgullo valencianista está ahí. "Aquí eras Dios y allí ya veremos" le espetó un aficionado al argentino la última vez que Otamendi estuvo en la Ciudad Deportiva de Paterna. Algo evidente pero que no ha sido obstáculo para que el zaguero abandonara la entidad de Mestalla. Mangala, obviamente, que ni siquiera ha llegado a ser terrenal, tampoco quiso venir. Hay que saber encajarlo y crecer a partir de ahí.