Braulio Vázquez está en el disparadero y Mestalla pidió el otro día su dimsión
Parece que Braulio no levanta demasiadas simpatías últimamente. En años anteriores se le acusaba de no atinar con los fichajes. Cuando a alguien se le ocurrió poner la lista de aciertos al lado de la de los errores se sostuvo menos este discurso. Ahora se le señala por haber gastado muchos millones de euros en época de vacas flacas omitiendo el dato de que todos los jugadores han sido, como mínimo, devueltos por el mismo precio sin contar el superávit de 20 millones de Roberto Soldado. Y sí, evidentemente, ha habido errores: el más gordo, con perdón, el de Isco. Luego están los casos de Víctor Ruiz o Piatti. Fallos menores comparados con Tavano de Carboni o De los Santos de Benítez. Se han defendido argumentos con poca base para criticar al gallego pero no se ha hecho demasiado hincapié en uno que ahora empieza a quedar mejor retratado. Braulio nunca se ha querido identificar públicamente con sus entrenadores a sabiendas de que son los primeros en caer. Nunca ha asumido su papel de director deportivo en los malos momentos. Emery tenía que hacer de portavoz del club y Pellegrino nunca sintió su aliento. Ya en la primera crisis de este año quiso pasar desapercibido pero se filtró que había sugerido la destitución del entrenador. Independientemente de la veracidad de esto, que parece que se ha vuelto a repetir en esta segunda crisis, como apuesta personal suya, Braulio debería haber estado al lado de Djukic y más, en una situación de este tipo. Como dijimos ayer, una destitución en la jornada 11 supone aceptar un error gravísimo, seguramente, vinculante con el futuro del director deportivo.