La decisión sobre el nuevo entrenador marcará el futuro del club.
La temporada del Valencia CF ha sido un fracaso inapelable. Habrá tiempo de analizar las causas del derrumbe porque, hace doce meses, cuando el equipo consiguió la cuarta plaza en Almería, era difícil imaginar que el proyecto iba a desplomarse de una manera tan virulenta. Pero falta sólo un partido para que acabe la pesadilla y lo más acuciante ahora es pensar en el nuevo entrenador. Es la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva y definir el futuro deportivo de la entidad. En los próximos días habrá novedades al respecto.
Son muchos los nombres que se han asociado al Valencia CF. En este periódico digital hemos prescindido de entrar en ese juego que sólo beneficia a los representantes y no al club. Es nuestra manera particular de mostrar respeto por los aficionados, es decir, por nuestros lectores. Aún así, queremos compartir algunas reflexiones sobre una decisión vital que marcará el devenir del Valencia. Esta temporada, Peter Lim, ha despedido a dos entrenadores pero también ha cambiado el modelo deportivo dos veces. Todas las rectificaciones conllevan implícitamente la asunción de errores de concepto muy graves. En primer lugar se optó por la filosofía británica apostando por la figura del manager con Nuno al frente del primer equipo y de la secretaría técnica. Después, se contrató a Gary Neville para sustituir al portugués y, posteriormente, se dotó a la estructura deportiva de un director con la llegada de García Pitarch. Para rematar la campaña se despidió a Gary Neville y Pako Ayestarán asumió los mandos del primer equipo. El paisaje descrito es desolador.
Así pues, lo que hay que exigirle a Peter Lim es que empiece a hacer las cosas con coherencia. Debe tratar el tema deportivo con más responsabilidad, es decir, debe apostar por un modelo y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Si la estructura está encabezada por un director, él debe decidir la identidad futbolísitica del equipo, que es una decisión de club fundamental, y contratar a un entrenador y a unos jugadores que la ejecuten. Si Mériton actúa bajo estos parámetros se podrá decir que ha aprendido del fracaso. Si no, el Valencia estará abocado a ser un circo constante.
Por cierto, ¿alguien sabe qué tipo de fútbol cree García Pitarch que debe practicar el Valencia? DIARIO DE MESTALLA no ha tenido ocasión de entrevistar al director deportivo pero le hicimos esa pregunta en la rueda de prensa de su presentación. Entonces, ya estaba Neville al mando de la nave y García Pitarch fue prudente “un director deportivo no debe dar su opinión sobre la forma de jugar, para eso está el entrenador. El director deportivo debe darle al entrenador, con las posibilidades económicas del club, 22 alternativas. Peo quien decide cómo juega es el entrenador”. Una respuesta lógica dadas las circunstancias de construir la casa por el tejado.
Hay otro aspecto fundamental a la hora de elegir al nuevo inquilino del banquillo. El éxito de un entrenador en la élite pasa por su capacidad para que el vestuario crea en él. En este sentido, teóricamente, lo más sencillo es contratar a un preparador con una dilatada y exitosa trayectoria. Es más fácil que los jugadores se dejen seducir por un profesional que ya ha demostrado su valía. El problema que tiene el Valencia para atraer a alguien con este perfil es el aspecto económico. Un gran entrenador, normalmente, exige un gran proyecto. El club de Mestalla quizá esté en disposición de pagarle un sueldo astronómico al futuro técnico pero no va a poder ofrecerle una gran inversión en la plantilla debido a las restricciones salariales que impone el FIFA Fair Play Financiero. Por otra parte, conviene recordar la experiencia con Carlos Alberto Parreira para concluir que en el fútbol no existe garantía de éxito. Ahora bien, haciendo las cosas desde el sentido común y no desde el capricho, los riesgos se reducen mucho.