El Valencia en la encrucijada

El Valencia atraviesa una de las mayores encrucijadas de su historia. Nunca había empezado a trabajar el equipo con tanta incertidumbre y con tantos aspectos fundamentales por concretar en el ámbito de lo no deportivo.


Durante mi niñez, mi juventud y también en los primeros años como periodista, la pretemporada daba comienzo estos días, generalmente hacia el 20 de julio. La Liga casi nunca comenzaba en agosto y no había rondas previas de los torneos europeos. Por eso, era a partir de la segunda quincena de julio cuando el equipo empezaban a calentar los motores de cara a los partidos amistosos del mes de agosto.

        Siempre he mantenido que este tipo de encuentros veraniegos servían para preparar al equipo, pero también que eran lo que más pronto olvidaba el aficionado. En el primer minuto del primer encuentro de Liga, lo hecho antes entonces había desaparecido por completo de la mente del valencianista. Ni los éxitos a domicilio ante grandes conjuntos europeos, ni las derrotas en casa en el trofeo Naranja permanecían un segundo más en el cerebro del aficionado. Cualquier decepción se olvidaba con el primer triunfo en la Liga y la euforia desaparecía por completo si volaban los primeros puntos en juego.

        Con el tiempo, el proceso se adelantó y también variaron las dinámicas del verano a partir de una nueva forma de fichar,  el aumento del número de extranjeros por equipo, el protagonismo de las cláusulas de rescisión de los contratos de los jugadores y la posibilidad de fichar iniciado el campeonato. Todo ello propició un nuevo escenario.
Antes se fichaba menos, los equipos mantenían sus estructuras en lo fundamental y se concedía alguna que otra carta de libertad, aunque no muchas. Con dos o tres llegadas se saciaba el entusiasmo del seguidor.

        Todo ha cambiado en los últimos años, pero nada de lo ocurrido recientemente tiene parangón con lo de este verano. El Valencia atraviesa una de las mayores encrucijadas de su historia. Nunca había empezado a trabajar el equipo con tanta incertidumbre y con tantos aspectos fundamentales por concretar en el ámbito de lo no deportivo.

        Mientras la plantilla se conoce, suda, se acopla y espera el inicio de la Liga previsto para el 24 de agosto, el club juega la final más importante de su historia en el ámbito social y económico en el marco de un  proceso de venta iniciado hace varios meses y que recibió su último impulso formal en mayo. Parece que está avanzado, aunque algunos mantengamos dudas razonables.

        No vendría nada mal iniciar la temporada con buenos resultados. Eso siempre ayuda, pero no debemos olvidar que la supervivencia del club no se dirime en el  terreno de juego, se va a disputar en el pentágono que conforman el Valencia, la Fundación, la Generalitat, Bankia y Peter Lim. Para que esas pretemporadas ilusionantes no se convierten en un simple recuerdo histórico, el Valencia debe solucionar pronto y bien su nuevo estructura como club. Quizá no será la que muchos deseamos, pero los tiempos actuales dejan poco margen y obligan a ser posibilista.

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