PRIMERO DE MAYO DE 2014

Algunos jugadores no sabían donde jugaban realmente hasta el 1 de mayo. Ahora ya lo saben. Si tenían dudas sobre lo que es el Valencia y el valencianismo ya saben lo que somos y lo que exigimos, también lo que ofrecemos. No es un club para cualquiera


IDA

Mestalla volvió a ser  el Mestalla que todos queremos con la remontada frustrada ante el Sevilla. El desenlace fue cruel pero la grada volvió a demostrar unión y sentimiento, grandeza. Algunas derrotas tienen más valor que muchas victorias. Generan inercias positivas y rompen con hábitos de conformismo y resignación. El sí se puede ha sido una bandera valiente pero también realista. Necesitábamos una demostración de fuerza, un aquí estamos. El sentimiento valencianista no es ni mejor ni más especial que otros pero tampoco es inferior a ninguno. Se había impuesto el prejuicio falaz de Mestalla como campo hostil a los suyos y el partido contra el Sevilla demostró que hay pocos santuarios en Europa con una capacidad de intimidación tan evidente. Ya lo era en los años 60 y lo ha sido siempre que el valencianismo ha tocado arrebato. Volvió el ambiente inigualable de las grandes noches europeas, la verticalidad atronadora de Mestalla, el run run electrizante del peso de la historia. En noches así se consolidan los lazos y se refuerzan las militancias. Son noches inolvidables. Las emociones son tan intensas y potentes que nadie sale indemne de su influjo. Dejan poso. El equipo lo dio todo, la grada también, sólo falló ese gramo de suerte que en un futuro no muy lejano si tendremos de cara. Si algo enseña la historia es que el Valencia siempre vuelve. Es su carácter.

Algunos jugadores no sabían donde jugaban realmente hasta el  1 de mayo. Ahora ya lo saben. Si tenían dudas sobre lo que es el Valencia y el valencianismo ya saben lo que somos y lo que exigimos, también lo que ofrecemos. No es un club para cualquiera. Deben aprender algo: noches como la del jueves están al alcance de muy pocos equipos en el mundo. Esa lectura debe imponerse por encima de cualquier otra. Se perdió la eliminatoria pero se ganó el respeto y la identidad difuminada durante demasiado tiempo. A partir de ese espíritu hay que levantarse y reforzar los puntos débiles. El curso que viene será duro. En 25 años será la 6ª temporada que no compitamos en Europa. Tampoco es un drama. Milan y Manchester United nos acompañarán en el descanso europeo. Hubo además ciclos peores con ausencia de hasta seis temporadas seguidas fuera del orbe continental. Eso no va a suceder ahora. El músculo social del valencianismo es mucho más poderoso que entonces. Sólo necesitamos que quién compre  sepa que detrás hay un sentimiento irreductible y una afición fuerte y unida.

VUELTA

Siempre que el Valencia ha ganado con ayudas arbitrales me he sentido incómodo. Recuerdo atracos sistemáticos al Espanyol en los últimos años en Mestalla y el gol de Jonás contra el Valladolid aprovechando una pillería de Joao. Deja al margen las jugadas interpretables donde siempre quiero pensar que la dificultad del lance lo complica todo. Entra dentro del planeta fútbol. Otra cosa es la catadura moral del sevillismo oficial. Escuchar al presidente y al entrenador de los del Pizjuán la otra noche me revolvía las tripas. Hablaban de merecimientos y lo hacían a pecho descubierto. Entraron en la competición de rebote  gracias a las sanciones de Málaga y Rayo, y han llegado a la final gracias a un gol ilegal  que es trendic topic eterno en el top ten histórico de las pifias arbitrales. No son opiniones. Son hechos.

Como nada viene solo, este 24 de junio se cumplen 50 años del primer gran atraco sufrido por el Valencia en Europa. Hubiera sido el tercer título consecutivo,  y a la FIFA, organizadora del torneo, le horrorizaba que otro equipo español monopolizara el trofeo como había sucedido con el Madrid y las primeras ediciones de la Copa de Europa. Contra la norma, aquella final se jugó a partido único y en terreno neutral. Barcelona volvió a ser gafe, en esta ocasión con la inestimable ayuda del portugués Campos. Todavía hay supervivientes que pueden hablar de aquello. Guillot, Roberto, Waldo… habría que exprimir su memoria para que la leyenda no se apodere de la verdad. Campos fue el primero. Después han venido bastantes episodios igual o más sangrantes aunque no sé si tan dolorosos como aquel. A vuela pluma y sin recurrir a las hemerotecas recuerdo la extrema violencia no sancionada del Karl Zeiss Jena en 1980, el gol anulado a Arroyo en Porto en 1989, la expulsión de Torres en la vuelta, los dos goles anulados a Penev y Eloy contra la Roma en octubre de 1990, el más que riguroso segundo penalti en contra en la final de Milan, el penalti no pitado de Materazzi a Juan Sánchez en 2003, la camiseta de Zigic en 2010…así hasta llegar a este último lance de Nervión que inevitablemente ha sido clave para dejar al Valencia sin su décima final europea. Errores todos ellos demasiado descarados y determinantes como para dejarlos caer en la calle del Olvido.

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