Kimmy repercute

Las gentes sólo acuden al kiosko para gastarse el dinero en un diario y poder disfrutar de la sensación, al abrirlo por las paginas del balón, de ver qué tal o qué cuál ha dicho o hecho la muchacha para poder guiar sus días grises.


Ay, que la xiqueta se nos ha dado al alcohol en menos de cuatro meses de infanta. El fenómeno Kimmy desprende tantas cosas que es imposible concretarles todas en el arte de palabrear. Su principal mérito es que ha creado un nuevo formato periodístico. Tan preocupado siempre él en reinventarse, emprendiendo búsquedas sin fin de nuevos estilos para sobrevivir al mundo de la inmediatez que nos gobierna, que en su viaje fue ajeno a la posibilidad que nos importó la hija de Peter, fundadora del periodismo de Instagram. El estilo por el cual las secciones deportivas de la patria han habilitado su rinconcito rosa para tenernos al día de todo aquello que la it girl nos ofrece en su cuenta. Hasta yo, que he vivido ignorando esa red social toda la vida, he padecido las tentaciones de hacerme instagramer. Te lo digo tó.

Ya es un sinvivir. Las gentes sólo acuden al kiosko para gastarse el dinero en un diario y poder disfrutar de la sensación, al abrirlo por las paginas del balón, de ver qué tal o qué cuál ha dicho o hecho la muchacha para poder guiar sus días grises. Pocas cosas le interesan más al valencianista de la new edge que eso. Quedó sepultado bajo los polvos de una civilización ya extinta los porqués al rendimiento de un equipo, o reportajes que nos cuenten los orígenes de las causas o las raíces de los problemas. Ni te digo donde enviaron aquello de 'educar al ciudadano desde una visión crítica de las cosas para que pueda tomar buenas decisiones en base a una información completa'. Todo ello ya es viejo, propio de eras gobernadas por la casta de los fontaneros, eso ya no encaja.

Aquellos que se echaron las manos a la cabeza, 'que viene un chiiinooo', no sospecharon que sacaría de pobres incluso a los digitales, que se hacen de oro a cada clic gracias a los asuntos propios de Kimmy y su teléfono. ¿Que Otamendi se lesionó? Y qué más da, tío, que Kimmy sale pegando saltos en Mestalla, ¡mira! Quién sabe si su padre salvará al VCF, lo que está claro es que su hija salvará al periodismo.

Últimamente parece que la jovenzuela la ha liado parda con el afer, lo normal tratándose de una post­ adolescente vivaz con red social. [Hagamos como que nos creemos que le salió a ella, así, espontáneamente]. Enseguida salieron legiones a gritarle eso de "usted quién se cree que es para darme a mí lecciones de valencianismo, que llevo 40 años… [inserte aquí su batallita favorita]" subidos en su superioridad moral. Sin darnos cuenta ya nos importa bien poco lo que ocurra antes o después de los partidos, vivimos pendientes de qué nos contará Kimmy a través de las imágenes. Y si lo hace, trending, clic… y a vender. Para qué perder el tiempo en más. Usemos este párrafo para hablar claro. Kimmy puede hacer lo que le rote, incluso nos viene bien que una muchacha como ella [hagamos como que nos creemos que le salió, así, espontáneamente] nos dé alguna lección que otra ante actitudes cerriles como las que no he dejado de observar tras el copazo de Cornellá. Y especialmente el otro día, ante el Almería, donde la gente fue predispuesta a putear al equipo desde el calentamiento, llegando a presenciar escenas bastante deleznables. Sí, en muchas ocasiones el aficionado del VCF resulta vergonzoso, sonrojante (no más, ni tampoco menos, que el de cualquier otro club), y no pasa nada que de vez en cuando nos lo digan a la cara. Y menos si es la hija de un dueño que arriesga 200 millones de euros con nosotros.

Tal vez el problema es que le hacemos demasiado caso a algo tan superfluo como un Instagram, el rey del narcisismo de todas cuantas redes sociales existen. Aquí hay metáfora oculta sobre los tiempos que vivimos.

Pero tampoco se vayan a creer que es todo malo. Las cosas, en su justa medida, no perjudican a nadie. Simplemente estamos enfatizando sobre el exceso. Puede que sea por eso por lo que Rita ande mosca con los singapurenses. Una sesión instagramera ha dado a la ciutat, y al propio club,más publicidad en ambientes influyentes que todas las campañas turísticas tan absurdas y costosas con las que el Ajuntament ha tirado nuestro dinero. Hasta puede que el 'chino' sea bueno y todo.

Voy a ver, que parece que Kimmy actualizó…

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