El balón

Me parece mala la idea de prescindir de Jonas (solo cuestiones estrictamente salariales parecen justificarla); me parece buena la de no contar con Postiga o Viera y me resulta excepcional el adiós de Banega.


         El verano futbolístico se acerca a su fin. De la misma forma que comienza tras la conclusión del último partido de competición, el otoño confirma su llegada con la disputa del primer encuentro oficial de la temporada siguiente. En los últimos tiempos, ese encuentro parte casi por la mitad el mes de agosto y este año no va a ser menos con la disputa del Sevilla-Valencia.

        Es cierto que antes y después de ese encuentro, el Valencia debe dar pasos importantes en asuntos que poco tienen que ver con el balón. Por una parte están pendientes los flecos finales de la venta del club (creo que más que flecos son todavía sogas portuarias de diámetros inabarcables), con Peter Lim y Bankia como principales protagonistas.

        Por otra parte, está pendiente el cierre definitivo de la plantilla, una de las plantillas más renovadas de la historia reciente del club, con numerosas salidas y llegadas, hasta el punto de que el equipo, para los que no hemos seguido al detalle las transacciones del verano, nos resulta todavía irreconocible.

        Poco confío en que el trofeo Naranja me dé pistas sobre los mimbres con los que va a trabajar el entrenador. Además, con la normativa reciente, puede que incluso algunos de que los que empiecen sean también historia el 31 de agosto, fecha pintoresca donde las haya para poner fin a los periodos de fichajes, justo cuando las ligas están casi todas iniciadas.

        Necesito partidos para aquilatar las posibilidades de Otamendi, Mustafi, De Paul, Rodrigo o André Gomes; creo que a Yoel tardaré en verlo porque una sola competición solo da para dos porteros si se produce algún percance; me parece mala la idea de prescindir de Jonas (solo cuestiones estrictamente salariales parecen justificarla); me parece buena la de no contar con Postiga o Viera y me resulta excepcional el adiós de Banega. Todos aquellos que en los últimos años se han atrevido a aplaudirle en alguna ocasión deberían ver incrementado sustancialmente el precio de sus abonos. Como castigo, claro.

        En cualquier caso, cada vez queda menos para que empieza a rodar el balón, el de verdad, el de la Liga, y esa es la pelota que de verdad va a llenar al aficionado. La única pena es que la de las competiciones europeas va a quedar parada todo el año. Suerte y larga trayectoria al equipo y a su entrenador, Nuno Espírito Santo. Todos sabemos que por encima de él solo queda la cúpula trinitaria y convendría no tener que recurrir a ella.

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