Demasiado pronto, demasiado tarde

Que la continuidad o no de Ayestarán en el banquillo dependa de sus resultados en las ocho jornadas que le restan para salvar al equipo es un contrasentido, otro error garrafal. Si confías en Pako, a por todas con Pako. Pase lo que pase. Y si tu entrenador es otro, vale la pena atarlo lo antes posible y empezar a planificar.


En la vida, el ‘timing’ lo es todo. Absolutamente todo. Esa relación amorosa de tu juventud no funcionó porque ninguno de los dos estabais preparados. Quizá ahora las cosas serían diferentes. O a la inversa: aquel era el momento adecuado, el punto exacto en el que las cosas debían ocurrir. No lo hicieron. Ya es tarde para volver a aquello. Cuestión de momentos. Cuestión de ‘timing’.

Peter Lim tiene un sentido del ‘timing’ algo peculiar. En su primera experiencia como propietario de un club de fútbol está demostrando un escaso don de la oportunidad para la toma de decisiones, todo lo contrario a lo visto en sus años mozos, cuando compraba y vendía empresas y mercadeaba con el aceite de palma hasta granjearse el mote de ‘Remisier King’ (“rey de las comisiones”), una anécdota de la que se hace mutis por el foro desde finales de 2013 por un motivo que no alcanzo a comprender. Aquel empresario avezado mutó en multimillonario poseedor de una fortuna a golpe de buenas decisiones y oportunismo a la hora de tomarlas. Sin embargo, esta temporada la inacción está siendo la nota predominante. Y ese inmovilismo está costando –al menos, sobre el papel- muchos millones de euros al dueño de la mayoría accionarial, además de una decepción patente en un aficionado que observa con cada vez más dudas un proyecto que parecía sólido y solvente.

“Gary Neville’s no more”. Ya no está Gary. “Sorry for being so bad”, titulaba con crueldad el Daily Mirror al día siguiente de su fulminante destitución. Resulta curioso ver como el 90% de la prensa inglesa –prácticamente todos salvo Sky Sports y The Guardian, los dos medios con los que el mayor de los Neville colaboró en su etapa como analista- esperaba con la escopeta cargada el inevitable desenlace de una etapa que pasará a la historia del Valencia CF por sus indefendibles resultados, su paupérrimo juego y la infame imagen mostrada. Apenas hay dos o tres voces contrarias a la corriente unánime de opinión, basada en los fríos datos, que sostiene que su salida era imprescindible para tratar de salvar los muebles y evitar la debacle del pozo de Segunda. Una de ellas, curiosamente, la de un Thierry Henry que dio la cara por el primerizo técnico (“estaba claro que iba a ser una tarea difícil”) al decir que “el nivel de expectativas (de los valencianistas) a veces no va en consonancia con el equipo que tienen”. Suponemos que ‘Titi’ no se leyó la autobiografía del de Bury, en la que acusa al Arsenal del atacante francés de poseer “ese toque de arrogancia” en su actitud en el césped. Hay que informarse más, ‘Titi’, y no fiarse de lo que te cuentan en Barcelona…

El anuncio de la destitución de Gary a las 17:43 horas del pasado miércoles pilló absolutamente en bragas a todo el mundo. Desde Valencia hasta Singapur, sólo un puñado de escogidos conocía lo sucedido días atrás. En primera instancia, el ‘timing’ se puso en cuestión: “Lo tira demasiado tarde”, pensó el hincha de a pie tras mirar las durísimas cifras del inglés al frente del banquillo. Tres victorias en diecisiete partidos, 15 puntos de 61 disputados, son números propios de un técnico que debería ser destituido no una, sino varias veces. El diccionario de adjectivos negativos pedía auxilio tras agotar todos los calificativos. En otras épocas y con otros dirigentes, la exigencia hubiese pasado factura muchísimo antes. Desde luego, dejando más jornadas de margen para la reacción. ¿Echa Lim a Gary demasiado tarde? Es posible que sí.

Algo se nos escapaba. En las horas posteriores al ‘shock’ del comunicado, empezamos a entender el qué. Las deliberaciones para bajar o no el pulgar al técnico británico tardaron más días de lo deseado, seguramente debido a la resistencia de Lim a destituir a un amigo (otro más, ya ocurrió lo mismo con Nuno) al que le había pedido el favor de venir a hacerse cargo de la nave en plena marejada. Una vez más, la imagen se anteponía a las necesidades del club: mientras afición y entorno andaban necesitados de una voz clara que dotase de calma a una crítica situación tras el enésimo batacazo que condenaba al Valencia al sufrimiento de luchar por no bajar, el debate interno se limitaba a cinco o seis actores, uno de ellos principal (Peter) y el resto (García Pitarch, Layhoon Chan, George Mendes, el propio Neville y el sustituto Ayestarán) aportando su punto de vista. Desde el final del partido ante el Celta hasta el día del comunicado pasaron diez días, una eternidad de cara a la parroquia blanquinegra. Sin embargo, la decisión había sido tomada apenas 72 horas después del choque. Más agonía innecesaria para unos aficionados con el corazón demasiado baqueteado esta temporada.

‘Timing’, decíamos. El Valencia de Peter Lim es un club lento de reflejos por definición, como corresponde a una entidad en la que para tomar decisiones de calado se requiere de un vuelo privado y un viaje de ida y vuelta a la otra punta del mundo. Lo contó Andrés García en ‘Superdeporte’ y, tras corroborarlo, la cosa fue más o menos así. El domingo, Layhoon baja el pulgar a Neville tras hablar con él y darse cuenta de que no tenía la más mínima intención de quedarse en Valencia a gestionar la crisis en la que estaba sumido su equipo. El lunes, se traza el plan. El martes, la presidenta viaja a Singapur (previo paso por Madrid) acompañada de Suso y de Kim Koh. El miércoles, Lim le corta la cabeza a su amigo… no sin antes preguntarle por teléfono a Gary por Pako Ayestarán. Neville, en el cúlmen del bizarrismo, avala sus capacidades como técnico. Con mucha educación y tacto, se pone al inglés de patitas en la calle. Se convoca a Pako a Singapur. El jueves, Pako emprende el viaje. Se chupa más de dos días dentro de un avión para reunirse apenas un rato con el propietario. El lunes, Pako ya ejerce como entrenador del Valencia. El miércoles, el club anuncia el relevo para sorpresa de todos. Tiempo ‘desperdiciado’ (nótense las comillas) en total: una semana. La imagen de Neville durante su concentración con Inglaterra, eso sí, queda intacta. Nada le salpica.

Más allá de las frías cifras y del golpe a su imagen, Gary podrá regresar a su puesto anterior (Sky Sports ha reconocido que tiene las puertas abiertas como analista) y en el horizonte espera la Eurocopa 2016 al lado de Hogdson en la selección inglesa. O sea, que más o menos va a acabar como al principio, pero con cuatro meses de experiencia en un banquillo de élite. Un máster remunerado. El enésimo entrenador que pasa por Mestalla y se marcha con un aprendizaje incalculable bajo el brazo.

Volvamos al principio. Cuando se hizo público en el mes de diciembre el nombramiento de Neville como técnico, el pensamiento fue unánime: “Demasiado pronto”. Tras un verano convulso y con un clima social irrespirable contra Nuno Espírito Santo, generado por los medios afines al anterior presidente, azuzado por su nefasta gestión de egos en el vestuario y extendido por el pobre rendimiento del equipo en el verde (los porteros, con Jaume a la cabeza, eran sistemáticamente los héroes partido tras partido), poner a un novato con cero experiencia en la élite era firmar su sentencia incluso antes de empezar a trabajar. La ‘tormenta perfecta’ se había llevado por delante al luso, pero gestionar la devastación que quedaba en la caseta era una tarea titánica no ya para Neville sino para cualquier técnico experimentado en los banquillos de la Liga. 

Pero Lim decidió que era el momento de darle la alternativa a su amigo. Demasiado pronto. El ‘timing’ volvió a estar en escasa sincronía con las necesidades reales de su empresa.

Así las cosas, el reloj sigue corriendo para Peter. Hay que tomar muchas decisiones importantes incluso con la temporada en el aire todavía, dado que la campaña 2016-2017 arrancó hace meses en los despachos de toda Europa. Que la continuidad o no de Ayestarán en el banquillo dependa de sus resultados en las ocho jornadas que le restan para salvar al equipo es un contrasentido, otro error garrafal. Si confías en Pako, a por todas con Pako. Pase lo que pase. Y si tu entrenador es otro, vale la pena atarlo lo antes posible y empezar a planificar.

La lista de errores en la 2015-2016 seguramente sea demasiado extensa como para solucionarlo todo en un verano, pero hay que intentarlo. No puede darse de nuevo el caso de que un jugador te chulee (Feghouli) reservándose todos los partidos y acabe el año jugando absolutamente todo, cuando está claro que el 30 de junio se irá sin dejar un euro en caja. No puede renovarse a futbolistas en función de lo que han dado, en lugar de pensar y proyectar lo que te pueden dar en el futuro. No se puede pagar cifras infladas por jugadores de medio pelo. No se puede dar galones a tipos que encarnan todos los males que han destruido un vestuario casi idílico hace 18 meses. No se puede ningunear a los pocos hombres implicados de la caseta. No puede ‘venderse’ públicamente como estrellas del presente a futbolistas demasiado jóvenes y que todavía tienen un camino largo de aprendizaje por delante. No se puede descuidar Paterna de la forma en que se está descuidando. No se puede desmantelar un cuerpo técnico para infiltrar a un ‘observer’ que informe directamente a la propiedad (Phil) y, ahora, relegarlo a un segundo plano porque Pako exige autonomía. No se puede tardar tanto en la toma de decisiones, en pleno 2016 y con la gran cantidad de medios y tecnologías disponibles para conectar a unas personas y otras en cualquier lugar del mundo.

No se puede… y, sin embargo, se ha hecho. Y se está haciendo. Una mala decisión hace daño. Una decisión a destiempo puede perjudicar. Las malas decisiones tomadas a destiempo, pues, multiplican su efecto destructivo. Pase lo que pase en el tramo final de la temporada, el futuro pasa por acertar en el qué y en el cuándo. Una crisis de identidad histórica y cuatro entrenadores en una misma temporada son (deberían ser) despertador suficiente para cualquiera.

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