Valencia, Benfica y un clavo ardiendo llamado Peter Lim

Si la parroquia valencianista sufrió golpes de forma constante a su ilusión a lo largo de cinco años de ventas y ‘renoventas’, imagínense al abnegado hincha del Benfica buscando algún ídolo al que aferrarse en plena fuga de talento a cambio de ‘cash’.


Hace semanas que el militante valencianista respira una cierta tranquilidad desconocida en los últimos años. Puede que el equipo no atraviese su mejor momento a nivel deportivo, pero estas quejas ya son cuestión de vicio. Pecata minuta. El hincha respira aliviado porque una tremenda losa de deuda y agobio ha sido alzada del sombrío panorama que amenazaba el futuro más inmediato del Valencia. Que las discusiones y debates diarios no oculten dicha realidad: el nuevo dueño del club, en la teoría y en la práctica, está salvándolo de una lenta agonía que no era más que el preludio a su inevitable muerte por inanición.

Dicho esto, y ya con los pies posados sobre la mesa, recostados en el sillón y una mueca de relajación en nuestro rostro, resulta curioso observar los paralelismos que el Valencia al que nos hemos acostumbrado en los últimos años, el Valencia de las apreturas, ventas obligatorias y carestía en forma de botellas y botellas de ilusión derramadas, tiene su reflejo en otros clubes que, con perdón, las están pasando putas en la actualidad. El magnate Peter Lim proporciona un nexo de unión fortísimo con uno de ellos, el Sport Lisboa e Benfica. Los movimientos de futbolistas entre ambos clubes van camino de crear un puente aéreo particular entre la capital portuguesa y la ciudad del Turia. Hay más puntos en común muchos más lustrosos: ambos clubes coronan su escudo con animales alados, un águila en el caso benfiquista, un oscuro murciélago en el emblema valencianista.

Y ambas entidades, Dios sabe cómo, han sido capaces de generar unos niveles monstruosos de deuda que han llegado a poner contra las cuerdas su viabilidad financiera a corto plazo. La cifra de la infamia hizo cima en Mestalla en verano de 2009, cuando el pasivo de la entidad marcaba unos sonrojantes 519 millones de euros. Cinco años después, el Benfica se encuentra en una tesitura similar: la cuenta de resultados de la temporada 2013-2014 sitúa su pasivo en 449 millones de euros. Incluso para agarrar la pala y cavar un agujero de déficit tan profundo del que resultase casi imposible huir, valencianos y lisboetas han mostrado una destreza y maestría alarmantemente similares.

DE BANCAJA AL BANCO ESPÍRITO SANTO

Los paralelismos entre el histórico conjunto lisboeta y la entidad de Mestalla son tan evidentes que asustan. Y, como ha sido habitual en los últimos años, toca remitirse a su especial vinculación con la banca para explicar buena parte del agujero en el que ambos cayeron. No hace falta recordar que Bancaja sirvió como particular hucha de Juan Soler, que el constructor rompió una y otra vez a voluntad a lo largo de cuatro años de mandato hasta 'fumarse' más de 200 millones de euros de un préstamo que, sobre el papel, venía a aportar estabilidad económica a la entidad. Resulta obsceno recordar aquella golfada, la tarifa plana en fichajes millonarios, la chulería, el pavoneo, el "palabra de Soler" y a los abrazafarolas que aplaudieron el disparate al calor de muchos billetes morados en su bolsillo a finales de mes. Cuando Bancaja se fue a pique, el Valencia fue detrás. Tan obvio como previsible.

La crisis del Banco Espírito Santo, fundado en 1869, íntimamente ligado a la economía del país luso y con lazos evidentes también en el mundo del fútbol, golpeó con virulencia al club benfiquista a mediados de 2014. La situación entonces ya era delicada, pero fue entonces cuando le explotó en las manos al presidente Luis Felipe Vieira y a su junta directiva. En abril de 2014 vencía un préstamo de 65 millones que el banco había proporcionado al club portugués, con renovación trimestral automática. Vieira aguantó el tipo y tiró de ingeniería financiero-futbolística para cuadrar la caja a base de traspasos de futbolistas -enseguida ampliamos al respecto-. De poco sirvió, dado que la exposición del Banco Espírito Santo en el Benfica era de unos 114 millones de euros. Cuando el BES se dividió en 'banco malo' y 'banco bueno' el pasado mes de agosto, el Novo Banco cerró el grifo de la línea de crédito de 65 millones.

El Benfica, que cotiza desde hace años en el mercado de venta variable, se desplomó en bolsa en verano de 2014 hasta perder el 70% del valor de sus acciones en Bolsa, dejando su suelo histórico en 90 céntimos por título. El Banco Espírito Santo posee el 7,97% del capital social del club, erigiéndose en uno de los accionistas mayoritarios. Y eso que, desde finales del siglo XIX cuando se plantaron las raíces de lo que luego sería la entidad bancaria, a la familia Espírito Santo siempre le tiraron más los colores del Sporting de Lisboa.

BENFICA STARS FUND: DINERO LLAMA A DINERO

Todo ello obligó a que el club lisboeta moviese ficha para minimizar pérdidas. Por ejemplo, el 8 de septiembre invirtió 29 millones de euros en la recompra de los derechos de nueve futbolistas cuyos porcentajes estaban en manos del Benfica Stars Fund, un fondo de inversión generado por el club en septiembre de 2009 y gestionado por el Espírito Santo Activos Financieros. El club de las 'águilas' recompró el 15% de los derechos económicos de Nico Gaitán, el 30% del uruguayo Maxi Pereira, el 25% del portugués Nélson Oliveira, otro 25% de los serbios Sulejmani y Djuricic, el 50% del pase de Ruben Amorim, el 10% del argentino Franco Jara, el 40% del brasileño Airton y el 20% del uruguayo Urreta.

Esta súbita inversión económica sirvió para liquidar el Benfica Stars Fund, que desde finales de 2009 había acumulado una capitalización de unos 45 millones de euros en activos, y había repartido beneficios generosamente entre sus asociados. Tras la compra por el Benfica de un futbolista con posibilidades de revalorización y posterior venta, el fondo adquiría un porcentaje pequeño de sus derechos federativos por cantidades asumibles para, poco después, generar una plusvalía tras la venta de dicho futbolista a un alto precio. Pasó con Di María, Nolito, David Luiz… El ejemplo más representativo y célebre es el de Fabio Coentrao: el Stars Fund compró por 3 millones el 20% de los derechos del lateral y, cuando fue vendido el 100% de su propiedad al Real Madrid, el fondo recuperó esos tres millones… y ganó tres 'kilos' más. 'Business' al estilo Jorge Mendes, uno de los impulsores del Stars Fund.

Esta práctica se veía amenazada el pasado verano por la implantación del nuevo 'fair play' financiero con la que FIFA y UEFA pretenden perseguir los fondos de inversión. Al Benfica no le quedó más remedio que hacerse con el 100% del fondo, extinguiéndolo a efectos prácticos: una operación que, como suele decirse coloquialmente, dejó sus arcas temblando.

Para rematar un 2014 desastroso a nivel financiero, los lisboetas cayeron eliminados en la presente temporada a las primeras de cambio en la fase de grupos de la Liga de Campeones. Ni siquiera se han clasificado para Europa League, en lo que supone otro mordisco significativo a la bolsa económica que estaba a su alcance en competición europea. Ante semejante panorama, a nadie le extraña que Enzo Pérez esté buscando un billete lo antes posible para salir de un club en descomposición. Mientras tanto, en el último lustro al Valencia no se le ocurrieron ideas tan originales como la de los fondos para generar ingresos extra: para desgracia de los aficionados, Manuel Llorente era más de ir vendiendo las diferentes partes del coche para poder costearse la gasolina, como reza el viejo chiste.

PETER LIM ENTRA EN ESCENA

El primer cable al club benfiquista llegó en enero de 2014, cuando tras haber presentado sus credenciales para la compra del Valencia, la empresa Meriton Holdings sorprendía en Portugal con un movimiento inesperado: la adquisición de los derechos de los jugadores Rodrigo Moreno y André Gomes a cambio de 45 millones de euros. La obligación de informar con todo lujo de detalles ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores lusa permitió a la prensa europea hacerse eco de la adquisición. Una gran suma de dinero a cambio de dos futbolistas jóvenes y prometedores, pero cuyo valor de mercado no parecía ser tan elevado.

El magnate Peter Lim, gran amigo de Jorge Mendes y quien confía a ciegas en el olfato del superagente en el mercado futbolístico, conoce de primera mano todos los movimientos que tienen lugar en Portugal, territorio acotado para Mendes y su agencia Gestifute, quien participan directa o indirectamente en gran parte de las operaciones que tienen lugar en el país vecino. El magnate detectó potencial en ambos jugadores y no dudó en desembolsar tan alta suma de dinero por dos deportistas de 22 y 20 años en aquel momento. El Benfica sólo recogió 33,3 millones en la transacción; 1,5 millones cayeron en manos de una empresaria poseedora del 10% de los derechos de André; y los otros 10,2 millones fueron a parar al Stars Fund, quien era propietario del 24% del pase de Rodrigo (7,2 millones para el fondo de inversión tras un gasto inicial de 3,6 'kilos en junio de 2013) y del 20% del pase de André Gomes, que supusieron 3 millones para el fondo tras haber desembolsado apenas 800.000 euros siete meses atrás.

La operación supuso un auténtico 'bombazo' en el país vecino, y de paso inyectaba maná en forma de euros a un Benfica con el agua al cuello, que días atrás había tenido que vender al Chelsea por 25 millones de euros al serbio Nemanja Matic para cuadrar la caja y poder resistir hasta final de temporada. En aquel momento, recordemos, Lim había deslizado a personas de su entorno que estaba dispuesto a reforzar el Valencia en enero de 2014 con "cincuenta millones de euros en fichajes". Desembolsar 45 'kilos' por estos dos jugadores fue interpretado por muchos como una inversión netamente deportiva de su empresa con vistas a su desembarco en Mestalla, aunque a efectos prácticos también supusiese una inyección económica vital para la supervivencia del Benfica.

Si la situación les resulta familiar, no se apuren. La venta de activos deportivos para cuadrar las cuentas es exactamente la misma metodología empleada por Manuel Llorente durante sus casi cuatro años de gestión. 40 millones por Villa, 30 por David Silva, 28 por Juan Mata, 13 por Jordi Alba, 15 millones por Raúl Albiol, 7 'kilos' por Zigic, 6 millones por Isco… Luis Felipe Vieira está llevando a cabo el mismo proceso, con un importante matiz: cuenta con un comprador, en este caso Peter Lim, que está dispuesto a pagar en muchos casos un precio superior al valor de mercado de dichos jugadores.

BENFICA Y VALENCIA, HEMORRAGIA DE TALENTO

En unos años, el Valencia pasó del opulento equipazo de la temporada 2007-2008 con Villa, Silva, Mata, Joaquín, Albelda, Baraja, Cañizares, Marchena o Albiol, a desprenderse de todos ellos e incluso de aquellos que venían para sustituirlos, como ocurrió con Aritz Aduriz. El proceso en el Benfica ha sido incluso más rápido: del once de gala que Jorge Jesús alineó en la final de la Europa League el pasado 14 de mayo ante el Sevilla, hace escasamente siete meses, sólo la mitad de jugadores permanecen en el club lisboeta.

Oblak (al Atlético de Madrid a cambio de 16 millones), Garay (Zenit de San Petersburgo, 20 millones), André Gomes (adquirido por Meriton Holdings a cambio de 15 'kilos' y cedido en el Valencia) y Rodrigo Moreno (comprado por la empresa de Peter Lim por 30 millones más otros 10 en variables) hicieron las maletas en verano. Otro jugador importante como Markovic, aunque no disputó ese partido por estar sancionado, también fue vendido por 12,5 millones al Liverpool. También las amarillas condenaron a Enzo Pérez a perderse la gran final ante los de Unai Emery, y su ausencia se notó en la medular lisboeta: el argentino está en la rampa de salida y puede aterrizar en el Valencia en enero a cambio de una cifra que oscilará entre los 25 y 30 millones de euros. Y Nico Gaitán, titular en aquel partido, también es objetivo de Peter Lim para verano de 2015: su cláusula de rescisión actual es de 35 millones de euros.

Si la parroquia valencianista sufrió golpes de forma constante a su ilusión a lo largo de cinco años de ventas y 'renoventas' (debí haber registrado el copyright cuando acuñé la expresión en enero de 2011 para referirme al caso de Juan Mata), imagínense al abnegado hincha del Benfica buscando algún ídolo al que aferrarse en plena fuga de talento a cambio de 'cash'. Implacable en las operaciones y férreo negociador, Vieira ha raspado con ahínco en el fondo del barril hasta amasar la espectacular cifra de 107 millones de euros en ventas sólo en el año 2014. Un montante que puede elevarse en las próximas semanas en caso de que cristalice la salida de Enzo Pérez o de que Meriton Holdings ejecute la opción de compra que tiene por tres jóvenes promesas del equipo de las 'águilas'.

Ahí Vieira también gana por la mano a Manuel Llorente. Al ex presidente valencianista le perseguirá de por vida una de las operaciones más infaustas de la historia del club, dejando escapar a Isco Alarcón por unos míseros 6 millones de euros para que el Málaga, dos años después, lo vendiese al Real Madrid a cambio de treinta. Un jugador criado en Paterna y mimado hasta hacerlo debutar en el primer equipo, pero al que la falta de confianza de su entrenador por aquel entonces y la falta de cintura del club, unido a sus necesidades económicas, le hicieron salir por piernas de Mestalla. Jamás aquel dicho del "pan para hoy, hambre para mañana" estuvo tan bien tirado.

El dirigente benfiquista, en cambio, puede ingresar del tirón 40 'kilazos' por el extremo Iván Cavaleiro (10 millones), el mediapunta Bernardo Silva (20 millones) y el lateral derecho Joao Cancelo (10 millones), quien actualmente milita en calidad de cedido en el Valencia. Los detalles concretos de la operación, eso sí, siguen ocultos y en poder de sólo unos pocos directivos e intermediarios: el propio Benfica no ha especificado a la CNMV de Portugal que la venta de dichos derechos haya tenido lugar todavía, por lo que fuentes vinculadas al club lisboeta fijan la fecha para que se ejecute oficialmente en enero o en junio de 2015. Y mucho ojo con el prometedor Gonzalo Guedes: con apenas 17 añitos, este habilidoso interior zurdo que milita en el Benfica B está en el punto de mira de Peter Lim y de muchos otros grandes de Europa, quienes ya saben que su cláusula es de 30 millones de euros y que su contrato expira el 30 de junio del año que viene. El 1 de enero el teléfono móvil del chaval entrará en combustión a base de llamadas de equipos interesados en firmarlo libre.

UN PUENTE AÉREO A EVALUAR CON PERSPECTIVA

Treinta millones (y otros diez en variables) por Rodrigo, quince por André Gomes, diez por Joao Cancelo, entre veinticinco y treinta por Enzo Pérez, la cláusula de 35 millones por Nico Gaitán… De confirmarse finalmente todas las operaciones, el Benfica lograría un 'mordisco' de entre 100 y 130 millones de euros exclusivamente en jugadores que militarán en las filas del Valencia. Un dato objetivo que habla bien a las claras de ese puente aéreo invisible que se ha tendido entre Lisboa y la capital del Turia.

A su manera, el magnate Peter Lim encarna la salvación a la que se han aferrado ambos clubes, bien a través de una inversión directa mediante la compra de la mayoría accionarial del Valencia, bien a través de una lista significativa de operaciones de mercado a cambio de altas sumas de dinero que insuflen vida a las raquíticas arcas de un club en apuros como el lisboeta. Los propios Amadeo Salvo y Aurelio Martínez han reconocido en numerosas ocasiones que el singapurense viene "a hacer negocio": una vez fusionados club (Valencia) y empresa (Meriton) en un mismo ente, la buena marcha del 'business' de Lim conlleva aparejada forzosamente una época de bonanza en la entidad valencianista. Al menos, sobre el papel. Eso desea el militante valencianista.

Las suspicacias levantada al respecto, aunque comprensibles y respetables, pueden revelarse erróneas con el paso de los meses. Sólo el rendimiento de los futbolistas puede dictaminar si el precio abonado por ellos es alto o bajo. Y sólo su implicación dentro de la dinámica de un club, su profesionalidad y su buen hacer pueden ayudar a revalorizarlos en el mercado y abrir la puerta a una plusvalía futura. Por el momento, y a falta de la perspectiva que sólo el tiempo da, este trasvase de jugadores entre Lisboa y Valencia no puede ser catalogado todavía o calibrado con precisión. A fecha de hoy este 'modus operandi', objetivamente, no es bueno ni malo: simplemente, es.

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