Asalto al Camp Nou

El Valencia hizo un gran partido y le pudo brindar una alegría a su afición.


La victoria en Mónaco, quizá la de Lyon y el festival goleador contra el Rapid habían sido, hasta el momento, los únicos momentos de alegría de una temporada en la que el Valencia ha fracasado de forma inapelable. Ayer el equipo jugó en el Camp Nou con el estigma del 7-0 copero. Las humillaciones y los partidos indignos, desde luego, han sido mucho más habituales a lo largo del curso. Es inevitable que, en el fondo del sentimiento, todo valencianista confiara en la victoria de su equipo en el feudo azulgrana pero desde un punto de vista racional, la parroquia blanquinegra se conformaba con no recibir más de tres goles.

Sobresaliente fue la actuación de Diego Alves, principal culpable de la victoria pero no el único, como quieren hacer ver desde Barcelona. El Valencia salió con un planteamiento valiente al campo aunque le costó media hora empezar a imponer su plan. Tras el gol de Siqueira ayudado por Rakitic, Parejo se enfundó el traje de mariscal y Enzo Pérez se hizo el amo de la zona ancha flanqueado por Javi Fuego. El segundo gol antes del descanso fue un auténtico baile. Ayer se reivindicaron todos los jugadores pero, especialmente, además de los ya nombrados, Santi Mina, Rodrigo Moreno y la pareja de centrales. Hubo dos momentos clave en los que el Valencia mostró la ambición que le permitió ganar el partido: Al principio de la segunda parte, con ventaja en el marcador, el equipo blanquinegro insistió con la presión adelantada a la salida de balón del Barça y, después, tras encajar el gol, el Valencia volvió a tomar la iniciativa del juego y a llegar a la portería de Ter Stegen.

Paradójicamente, este tipo de victorias vuelven a dejar en evidencia los jugadores. Queda la sensación de que a lo largo del año han competido en función de su capricho personal y no de las necesidades de un club con un pasado glorioso y una afición que merece, como mínimo, que los futbolistas no escatimen ningún esfuerzo. Pero, sin duda, el principal damnificado es Gary Neville. Peter Lim debería pedir perdón por la broma pesada que ha supuesto el inglés.

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