Debilidad mental

El Valencia esta temporada, en demasiadas ocasiones, ha sido un equipo sin alma dentro del campo


Los enfrentamientos contra el Espanyol en Barcelona tienen un significado especial en la historia de los entrenadores del Valencia en los últimos tiempos. Benítez tuvo su punto de inflexión en Montjuic para bien y Djukic y Nuno en Cornellà para mal. Es cierto que el Valencia de esta temporada ya dio síntomas de no funcionar en Liga con los empates en casa contra el Deportivo y el Betis pero fue contra el Espanyol cuando se vio, por primera vez desde que Nuno es entrenador, a un equipo sin amor propio dentro del terreno de juego. Después, esa imagen errática y carente de orgullo se repitió en San Mamés, contra el Gante en casa y en el Calderón. En todos los casos el Valencia empezó el partido con buena actitud y convencido de su propuesta pero se transformó al encajar un gol. Por eso, a estas alturas de temporada, se puede decir que el Valencia es un equipo tierno, falto de carácter e incapaz de sobreponerse a las adversidades lógicas que se dan en un partido de fútbol. Se impone, por tanto, buscar las causas y las soluciones.

En la charla que tuvimos los periodistas con Phil Neville en pretemporada, el ayudante de Nuno no tuvo problemas a la hora de hablar de Otamendi pese a que el central argentino estaba en una situación delicada después de declarar públicamente que quería salir del club. Neville dijo que su primera impresión de la plantilla había sido excelente porque había visto mucha juventud y mucho talento pero que había detectado que faltaba 'un hombre'. Esa preocupación desapareció cuando llegó Otamendi a la concentración. El técnico inglés reconoció que estaba impresionado con el argentino y concluyó su razonamiento señalando que él era "the man". Por ahí el Valencia ha empezado a perder la identidad de equipo serio e intenso que tenía la temporada pasada. Por otra parte, la implicación del vestuario no es la misma y Nuno debe preguntarse por qué. La manera en la que el entrenador portugués ha gestionado el affaire Negredo, por ejemplo, en vez de cohesionar al grupo, ha generado más dudas.

Las soluciones hubieran pasado, en primer lugar, por ganar más partidos para que el equipo adquiriera confianza en sus posibilidades y para que el discurso y el método del entrenador se vieran refrendados pero esa circunstancia no se ha dado. Ahora, para que la situación se arregle, Nuno debe revisar la manera de relacionarse con sus jugadores para que vuelvan a creer en lo que hacen. Y a los futbolistas hay que exigirles que mantengan siempre la compostura dentro del campo, que sean orgullosos y que su autoestima no dependa de que el rival marque un gol. El día del Zenit se perdió pero se vio a un equipo con carácter. A veces el resultado no es tan importante.

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