El balance de la jornada más importante del año deja un regusto agridulce
El domingo era, como reflejamos en el editorial de ayer, el día más decisivo de la temporada para el club y el balance no fue del todo bueno. Los tres principales equipos de la entidad se jugaban su suerte en Melilla, Zaragoza y Mestalla.
El primer partido del día fue la Final de la Copa de la Reina. Hace unos años el Valencia estaba acostumbrado a pelear por salvar la categoría. Resolvía las temporadas con éxito gracias al espíritu de equipo, el compromiso y la solidaridad en el campo. Ahora, que el equipo blanquinegro ha dado un salto de calidad, los mismos valores están procurando que el Valencia mejore sus registros históricos en cada competición que participa. Hay que felicitar a las jugadoras, al cuerpo técnico y a los directivos por hacer un proyecto que enorgullece a los valencianistas. Ahora queda levantarse con la pena por la derrota pero la enorme satisfacción del trabajo bien hecho. No pasa res, la Copa l'any que ve.
El segundo envite del día lo disputó el Mestalla en Zaragoza. El filial valencianista necesitaba un empate para salvar la categoría pero se lo tomó a la tremenda y endosó ocho goles al equipo maño. Un resultado escandaloso que hace justicia al gran trabajo realizado por el Mestalla a lo largo de la temporada. Habrá tiempo de hacer balance pero lo cierto es que el filial blanquinegro había acumulado méritos suficientes en cuanto a juego y sensaciones como para no sufrir tanto. La goleada de ayer fue la reivindicación necesaria.
Y por último, el Valencia tenía la oportunidad en Mestalla de certificar su pase a la Champions. No pudo ser y la principal lectura del empate contra el Celta es que el equipo dirigido por Nuno se jugará sus posibilidades en Almería. Hubo mucho derrotismo y pesimismo tras el partido pero, con todos los respetos, el conjunto andaluz no es el Bayern Munich. Un equipo que no es capaz de ganar en el estadio Nuevo Los Cármenes, seguramente, no merezca estar en Champions.
Cargando ...