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Los argumentos alarmistas alrededor de la renovación de Gayà no hacen ningún bien.


Ya hemos advertido más de una vez que la línea editorial del periódico no tiene porqué ser coincidente con la opinión de nuestros colaboradores. Sin embargo, en el caso del análisis de ayer de Paco Polit sobre la situación de Gayà, lo suscribimos totalmente. No se entiende la exigencia de que Gayà salga en público a decir que se quiere quedar. Bernat, el año pasado en rueda de prensa, dijo hasta dos veces que quería renovar y en verano se fue al Bayern Munich. Lo que importa son los hechos y no las palabras.

Por otra parte, se quiere que el jugador firme una cláusula de rescisión alta. Es lógico pero no se tiene en cuenta que esa cifra debe ser proporcional al sueldo. Sin embargo, misteriosamente, esa parte de la ecuación se olvida. Se dice que, como es joven, no puede cobrar demasiado porque otros futbolistas podrían sentirse agraviados. Sin embargo, no hay constancia de que por otros jugadores haya equipos dispuestos a pagar la cláusula de rescisión.

Por último, para evitar cargar contra el jugador se pone el acento en los agentes. Como si Alcácer no fuera representado por los Toldrá y hubiera renovado hace poco. Como si Bernat no se hubiera ido teniendo otros agentes. Todos los argumentos valen con tal de no poner en la diana al club que este verano, tras la experiencia de Bernat, no fue capaz de mejorarle la ficha a Gayà y subirle la cláusula. La dirección deportiva le dio al futbolista de Pedreguer la responsabilidad de ser el lateral izquierdo titular del Valencia pero no tuvo en cuenta una mejora salarial hasta que ya ha sido tarde. Lo venimos diciendo desde hace meses pero ahora los malos son Gayà y su entorno.

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