Los equipos campeones no lo forman los nombres, lo forman los hombres.
A la hora de tratar las renovaciones de algunos futbolistas del Valencia casos de Parejo, Feghouli, Javi Fuego o Piatti hay un argumento muy repetido que afirma que no son jugadores “para un Valencia de Champions”. Esta tesis se aplica a otros componentes de la plantilla como Barragán e incluso Alcácer. Se trata de una suerte de esnobismo de nuevo rico que es formulado tanto por aficionados como por periodistas.
Sin embargo, no hace falta irse muy lejos en el tiempo para recordar que el mejor Valencia de la historia tenía en su plantilla a futbolistas como Curro Torres, Jorge López, Mista, Angulo o Xisco Muñoz, o que el equipo blanquinegro se presentó en Milán para disputar la final de la Champions con la pareja de delanteros Sánchez – Carew.
Menos mal que Rufete, que no era Lucas Moura precisamente, sabe de primera mano que los equipos campeones no se construyen formando una constelación de estrellas. Es evidente que tiene que haber jugadores de primera línea como lo eran Baraja, Albelda, Ayala, Vicente, Marchena o Cañizares pero despreciar a los futbolistas ‘de club’ es despreciar el sentido común y la propia historia.
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