El Valencia paga su falta de ambición

El equipo de Nuno mancha su inmaculado expediente de 2015 con un empate en Balaídos en el que ofreció pocos argumentos para llevarse la victoria más allá del gol de Rodrigo y el penalti parado por Alves.


El Celta llegaba en horas bajas al partido. Tras seis derrotas consecutivas se vio a sus jugadores faltos de confianza en muchos lances del duelo contra el Valencia, sobre todo, en los primeros 45 minutos. El equipo de Nuno no lo supo aprovechar y fue excesivamente conservador. Con el partido muy de cara, permitió que el Celta, a principio de la segunda parte, creciera anímicamente. Además, el equipo apenas tuvo capacidad una vez los locales consiguieron el empate.

El partido empezó con una incógnita por resolver y una sorpresa. Era una posibilidad que se había contemplado en la previa pero había que verlo sobre el campo. Hoy, con la alineación, Nuno hacía la cuadratura del círculo: los futbolistas con más cartel del equipo formaban parte del mismo once: Negredo, Alcácer, Rodrigo, Parejo, André Gomes y Enzo empezaban el partido como titulares. A priori, sin tanto boato, parecía que todo se reducía a ver cómo funcionaba Rodrigo de carrilero izquierdo. Berizzo decidió responder al Valencia con las misma disposición táctica un 3-5-2. Nuno, por lo menos, ya puede decir que ha creado tendencia. Pero el técnico portugués tenía un as en la manga, un conejo en la chistera. El Valencia salió con un 4-4-2 en ataque con André tirado hacia la izquierda y un 4-5-1 en defensa con Alcácer por esa banda. En ambos casos, Rodrigo se desempeñó por la derecha. De hecho, el hispano brasileño fue el primero que empezó a crear peligro desde su zona de influencia. El partido en los compases iniciales buscaba dominador. En el minuto 8, en una jugada aislada tras una pérdida absurda de balón, el Celta tuvo una buena ocasión de gol pero el disparo de Orellana fue despejado por Diego Alves. Parecía que el Celta tomaba la iniciativa del encuentro en primera instancia pero el Valencia, a partir del cuarto de hora, fue creciendo. En el minuto 18 Alcácer y Rodrigo hicieron una excelente jugada: magnífico centro del ex del Benfica y gran desmarque y remate de cabeza del delantero de Torrent. Sergio, el portero vigués, tuvo que realizar una gran parada. El Valencia se estaba asentando en el campo y cuando tenía el balón cada vez lo hacía circular con más criterio y verticalidad. Sin embargo, en el minuto 26, el partido pudo dar un vuelco cuando el árbitro señaló penalti por interpretar que Charles llegó antes que Otamendi a un balón dividido. No pasó nada porque en la portería del Valencia estaba Alves que para la mitad de los penaltis que le tiran y el otro día ya encajó uno. El portero brasileño adivinó la intención de Orellana y continuó agrandando su leyenda. Se  llegaba a la media hora de juego y el Valencia salía reforzado del susto. El partido volvía a entrar en un estado de indefinición. Las posesiones del Celta no generaba excesivo peligro y el Valencia perdía muy rápido el balón. En el minuto 42, una acción individual, Rodrigo cambió el signo del encuentro. El hispano brasileño desde la derecha empezó un slalom en perpendicular en el que dejó atrás a dos defensores con facilidad. Cuando se encontraba en el borde del área disparó y el balón, pese a ir centrado, no pudo ser detenido por Sergio. El Valencia se ponía por delante y Rodrigo dejaba una muestra de su capacidad para desequilibrar. El Valencia, más allá del resultado había hecho una primera correcta en cuanto a actitud. Los futbolistas trabajaron bien defensivamente en un sistema táctico que exigía continuas ayudas.

El Celta empezó la segunda parte con el ánimo renovado, entre otras cosas, por la inclusión de Nolito en el campo. El Valencia, como viene sucediendo desde que está Nuno, no se sentía incómodo sin balón. El problema, al igual que en la primera parte, era que el equipo de naranja era incapaz de dar más de dos pases seguidos. El partido cada vez tenía más alternativas. El Celta cada vez tomaba más riesgos a la hora de atacar y esto suponía peligro en ambas porterías. Los vigueses acumulando futbolistas en el área vistiante y el Valencia saliendo a la contra.  En el minuto 60 el Celta reclamó un penalti por posible mano de Barragán y, en la siguiente acción, el equipo vigués consiguió empatar tras un lanzamiento de esquina. Charles peinó en el primer palo y Orellana cazó el balón en el segundo con su pierna izquierda.  El Valencia pagaba su racanería y el Celta quería más. Se imponía un cambio y Negredo, muy discreto, dejó su lugar en el campo a De Paul. Aún así, el partido seguía bajo el influjo del impulso del equipo local y Nolito puso a prueba a Alves en el minuto 65. El cambio en el Valencia no supuso ninguna novedad táctica. Alcácer pasó a hacer de Negredo y De Paul de Alcácer aunque más escorado hacia la izquierda también en ataque. Conforme se empezó a asentar De Paul en el partido el Valencia volvió a tener presencia ofensiva. La entrada del argentino propició también que otros compañeros como André Gomes o Rodrigo participaran más. Se entraba en el último cuarto de hora y el Valencia daba la sensación de poder aspirar a la victoria. Nuno debió ver cansado a Parejo que había perdido un balón comprometido y dio entrada a Javi Fuego. La sustitución, de alguna manera, desactivó al Valencia. Tal vez, los jugadores lo interpretaron como una señal de que el empate no era malo. Así, a falta de tres minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario el Celta estuvo a punto de hacer el segundo gol con otro balón desde la derecha al segundo palo que encontró sólo a Charles. El remate del delantero vigués se fue por muy poco. Ya en el tiempo añadido Cancelo entró por Rodrigo que se fue con molestias. De nuevo, se podía interpretar fácilmente que la ambición de Nuno no iba más allá de conseguir un punto.  

Hoy la victoria lo hubiera justificado todo. Seguir la racha en un mes de enero tan exigente hubiera sido suficiente para perdonar el juego desplegado. Pero con el empate vuelven a surgir muchas dudas. Da la sensación que el equipo no aprende a ser constante pese a la experiencia acumulada en Riazor, el Ciudad de Valencia o Granada.  

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